Trastornos del sueño durante la adolescencia


 

Trastornos del sueño durante la adolescencia

M Merino Andreu (*), G Pin Arboledas (**)
(*) Neurofisiologa. Unidad Pediátrica de Trastornos de Sueño. Hospital Universitario La Paz. Madrid. Unidad de Sueño. Hospital Ruber Internacional. Madrid.
(**) Pediatra . Especialista en Medicina del Sueño. Unidad Valenciana del Sueño. Unidad de Pediatría Integral Q Valencia. Hospital Quirón Valencia.

 

Fecha de recepción: 1 de Septiembre 2013
Fecha de publicación: 30 de octubre 2013

 

Adolescere 2013; I (3): 29-66

 

 

Introducción

El sueño es un estado biológico que aparece de forma cíclica y está caracterizado por una reducción de la interacción con el entorno, que es reversible. Existen 2 tipos de sueño, con episodios en los que existen movimientos oculares rápidos (sueño REM) o carecen de estos movimientos (sueño NREM). El sueño juega un papel fundamental en muchas esferas del desarrollo del adolescente como la conducta, el rendimiento escolar y el crecimiento y sus alteraciones a esta edad son muy frecuentes, afectando al propio paciente y a su entorno familiar. Según la clasificación internacional de trastornos de sueño vigente1, existen 88 trastornos de sueño, que se clasifican en 6 grandes grupos:

1. Insomnios

2. Hipersomnias (narcolepsia, sín

drome de Kleine-Levin, etc)

3. Parasomnias (sonambulismo, pesadillas, etc)

4. Trastornos respiratorios relacionados con el sueño (ronquido, síndrome de apneas-hipopneas de sueño o SAHS)

5. Trastornos del ritmo circadiano del sueño (Jet-lag, síndrome de retraso de fase, etc)

6. Trastornos de movimiento relacionados con el sueño (síndrome de piernas inquietas, movimientos rítmicos relacionados con el sueño, bruxismo, etc)

A continuación se van a comentar en diferentes temas los trastornos del sueño más frecuentes o más relevantes por su gravedad durante la adolescencia: Insomnio, trastornos respiratorios del sueño y Otros trastornos donde se incluyen las hipersomnias, parasomnias, trastornos del ritmo circadiano y del movimiento relacionados con el sueño.

 

Bibliografía

1. ICSD, International Classification of Sleep Disorders. 2ª ed. Westchester, IL: AASP; 2005.

 

 
 


El asma en el adolescente


 

El asma en el adolescente

J. Pellegrini Belinchón(*), S. de Arriba Méndez(**)
(*)Pediatra de Atención Primaria. Centro Salud Pizarrales.Salamanca. Profesor asociado de Ciencias de la Salud. Facultad de Medicina. Universidad de Salamanca. Coordinador del Grupo de Trabajo de Asma de la SEPEAP.
(**)Médico adjunto de Pediatría. Sección Alergia Infantil, Hospital Nuestra Señora de Sonsoles. Ávila. Grupo de Trabajo de Asma de la SEPEAP

 

Fecha de recepción: 16 de agosto 2013
Fecha de publicación: 30 de octubre 2013

 

Adolescere 2013; I (3): 7-27

 

Resumen

El asma es una enfermedad frecuente durante la adolescencia. En estas edades cambia el modo de afrontar la enfermedad, especialmente si se trata de una enfermedad crónica, lo que complica el abordaje del problema por parte del profesional y del paciente. Lo que hasta ese momento era responsabilidad de los padres o cuidadores pasa a serlo del propio enfermo, el cual debe ir asumiendo paulatinamente sus propios compromisos ante la enfermedad, y esto no siempre lo entiende la familia, el pediatra ni a veces el propio adolescente.

Para el control del asma en la adolescencia es fundamental la educación y, aunque este periodo sea probablemente la etapa de la vida más propicia para intervenir educacionalmente, no es precisamente la más fácil. Todo adolescente con asma debe haber recibido educación terapéutica, manejar las técnicas de inhalación y conocer las medidas de control ambiental. Se le realizarán estudios de la función respiratoria, con evaluación de la gravedad de su asma y también de sensibilización alérgica. Debe tener un plan de acción por escrito consensuado con su médico y establecerse controles periódicos del tratamiento farmacológico..

Palabras clave: asma, adolescencia, tratamiento, educación.

Abstract

Asthma is a frequent illness in adolescence. During this period the way individuals confront a medical problem differs, especially in the case of a chronic illness, making the management of the disease more complicated for both, the physician and the patient. The responsibility previously held by parents/carers, now belongs to the patient, who ought to gradually take over the disease´s commitments, being this sometimes difficult to understand by the family, paediatrician and even for the adolescent himself.Education is essential to take control over asthma in adolescence and, despite being this period the most favourable in terms of educational intervention, it is not exactly the easiest. Every single adolescent with asthma should receive therapy management training, handle inhaling techniques and be aware of environmental control measures. The patient should have pulmonary function tests done to assess the severity of his asthma, as well as allergen sensitization tests. A written plan of action should be agreed between doctor and patient and establish regular appointments to assess treatment.

Key words: asthma, adolescence, treatment, education.

 

Introducción

La primera pregunta que nos podemos plantear es ¿por qué escribir un artículo específicamente dedicado al asma en el adolescente? ¿Realmente es necesario? Los autores pensamos que sí lo es.

La Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA) de 2009 la define como una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias, en cuya patogenia intervienen diversas células y mediadores de la inflamación, condicionada en parte por factores genéticos y que cursa con hiperrespuesta bronquial y una obstrucción variable al flujo aéreo, total o parcialmente reversible, ya sea por la acción medicamentosa o espontáneamente1.

Según los expertos de la OMS la adolescencia comprende un periodo de edad que va desde los 10-11 hasta los 19 años, aunque algunos autores hablan de adolescencia inicial (10-14 años), adolescencia media (15-17 años) y adolescencia tardía (18-21 años)2.

Según datos del estudio International Study of Asthma and Allergies in Childhood (ISAAC), afectaría a un 10% de los jóvenes de 13-14 años. El broncoespasmo inducido por ejercicio (BIE) es más frecuente en la infancia, llegando a casi el 20% en este grupo3.

El asma, junto a la obesidad, son las enfermedades crónicas más prevalentes en el adolescente, y los pediatras somos conscientes de que en estas edades cambia el modo de afrontar la enfermedad, especialmente si se trata de una enfermedad crónica. Actitudes de negación o de culpabilidad, complican el abordaje del problema por parte del profesional, cambian sentimientos y actitudes de nuestro paciente y lo que hasta ese momento era responsabilidad de los padres o cuidadores pasa a serlo del propio enfermo, que debe ir asumiendo paulatinamente sus propios compromisos ante la enfermedad.

Peculiaridades del asma en el adolescente

El asma del adolescente y del adulto joven presenta características distintas que las del niño4:

Las infecciones respiratorias pierden importancia en esta etapa de la vida como desencadenantes del asma.

Aunque en muchos casos empezaron antes o se desarrollaron en la etapa escolar, la sensibilización y alergia a neumoalérgenos como pólenes, ácaros, hongos o epitelio de animales tienen un papel muy importante en estas edades.

El broncoespasmo inducido por ejercicio (BIE), no solamente es más prevalente en esta edad sino que además puede influir de forma importante y negativa en su relación con el “grupo de iguales”.

Los factores emocionales pueden ser con más frecuencia causa desencadenante en estas edades.

Adolescentes y jóvenes desarrollan tipos de asma propias de los adultos como es la relacionada con antinflamatorios no esteroideos (AINES) y el asma intrínseca.

Para el adolescente con asma, el proceso de cambio a la etapa adulta, ya de por sí difícil, puede ser frustrante y constituir una dificultad añadida en su capacidad de independencia e incluso en la relación con el grupo de amigos.

Pero también hay cambios en lo que respecta al propio sujeto. Mientras que para un adolescente sano el proceso de cambio a la etapa adulta puede ser frustrante y difícil, para el adolescente enfermo, al ser mucho más vulnerable, puede constituir una dificultad añadida y tener efectos indeseables sobre su capacidad de independencia, el desarrollo de su imagen corporal, la maduración de la personalidad, la búsqueda de su propia identidad e incluso en la relación con el grupo de amigos.

Uno de los problemas que se nos plantea con más frecuencia a los profesionales que tratamos adolescentes, es el cambio que se produce durante estos años en cuanto a su actitud frente a la enfermedad crónica, este cambio puede condicionar el curso de la enfermedad y el manejo y autocontrol del proceso que hasta ese momento no ha dependido directamente de él, sino de su entorno más cercano5:

La necesidad de separarse y diferenciarse de los padres, hasta ahora su apoyo fundamental, la rebeldía hacía las normas y, por último, la importancia que en esta edad tienen el “grupo de iguales”, explican actitudes de rechazo ante su enfermedad e incluso de negación del problema. Esto puede condicionar actuaciones no apropiadas en la tropiezo de desencadenantes y el uso inadecuado de la medicación.

o Evitación de la medicación de base. Obvian la utilización de antiinflamatorios o corticoides inhalados ya que no observan efectos inmediatos.

o Naturalmente, si no tienen un adecuado tratamiento de base del asma, no es raro que abusen de la medicación de rescate que precisaran y que procuran tomar en privado.

o Uso inadecuado de la medicación, tomando fármacos antiinflamatorios o para control de rinitis como tratamiento de rescate.

o Olvido de las normas para la evitación de desencadenantes, el adolescente procura evitar ser distinto de su grupo de amigos.

El reconocimiento de su “nuevo cuerpo”, puede provocar que en ocasiones no sean capaces de valorar los signos de alarma, tanto de empeoramiento paulatino como la percepción de la crisis de asma.

Son tiempos de desarrollo de la autonomía, entendida como la capacidad de tomar decisiones adecuadas, de tender o imaginar un proyecto de vida, en el que probablemente su asma no tiene cabida. La necesidad de autoafirmación con rechazo de reglas establecidas y de la autoridad de los adultos, pueden llevarlos a la adquisición de determinados hábitos, como el tabaquismo, drogas o a la adopción de conductas de riesgo que pongan en peligro el control del asma6.

Por último el sistema sanitario no siempre está preparado para atender las necesidades específicas de este grupo de población. Si atender a la población adolescente con calidad supone un desafío tanto para el profesional como para el sistema sanitario, la atención al adolescente asmático comporta una serie de recursos en tiempo y formación de los de los profesionales de los que no siempre se dispone.

La necesidad de integrar a los adolescentes en la comprensión de su enfermedad, hacerles entender su patología sin que se sientan enfermos o menospreciados por sus amigos, hacerles aceptar la dependencia de un tratamiento o la necesidad de acudir al médico, no es fácil y constituye un reto para los profesionales.

Factores de riesgo

Existen una serie de factores asociados al asma que pueden complicar su manejo y empeorar su evolución. En este apartado nos vamos a referir a los que son más frecuentes en la adolescencia: la obesidad, el tabaquismo y la ansiedad o el estrés. Asimismo, las comorbilidades o la existencia de broncoespasmo con el ejercicio dificultarán el manejo del asma.

Obesidad

La obesidad y el asma son las patologías crónicas más frecuentes en la adolescencia y, cuando coinciden en un mismo individuo hacen que el manejo y la evolución sean más complejos.

Aunque según algunos estudios la obesidad podría tener mayor influencia en el asma del niño que en el del adolescente como en el reciente trabajo de González-Barcala y colaboradores7 que encuentran asociación entre la obesidad y la alta prevalencia de asma y el broncoespasmo con el ejercicio, pero sólo en los niños, sin que esta asociación tenga significación estadística en adolescentes. Otros estudios, en cambio, sí encuentran asociación en los adolescentes. Según Noal y colaboradores8 en una población de Brasil observan un 50% más de sibilancias en los adolescentes obesos.

La presencia de obesidad en la adolescencia también se ha relacionado con la persistencia de asma en la edad adulta, especialmente en la población femenina9. Castro-Rodriguez y colaboradores encontraron en la cohorte de Tucson que las niñas, pero no los niños, que desarrollaron sobrepeso u obesidad entre los 6 y 11 años, tenían 7 veces más riesgo de desarrollar asma que el resto, independientemente de su condición física o desarrollo de alergia10. Se ha estimado que la obesidad podría ser la responsable de un 15 a 38% de los casos de asma11.

Tabaquismo

Es mucho más fácil evitar que un adolescente se inicie en el hábito tabáquico que intentar deshabituar a un adulto.

Entre los factores de riesgo del asma que debemos valorar está el tabaquismo, que si hasta estas edades ha sido pasivo, ahora, en la adolescencia, pude empezar a ser activo. Su tendencia a imitar conductas de los adultos o de sus amigos, puede inducirle a iniciarse en el tabaquismo. En las consultas debemos hacer educación, dejándole claro que las personas que fuman tienen más síntomas respiratorios y peor control de los mismos12. Es mucho más fácil evitar que un adolescente se inicie en el hábito tabáquico que intentar deshabituar a un adulto.

Pero la relación entre tabaco y asma parece bidireccional. Aparte de aumentar los síntomas respiratorios en los fumadores, como decíamos, se ha visto que los adolescentes asmáticos, sobre todo si son mujeres, o también, si tienen una madre fumadora, tienen mayor riesgo de iniciarse en el hábito de fumar que los adolescentes no asmáticos13. Algunos estudios encuentran que los jóvenes asmáticos tienen más riesgo de hacerse fumadores habituales, así como de fumar más número de cigarrillos que los adolescentes no asmáticos14. En general se considera que el tabaquismo puede influir como inicio o puerta de entrada de otras drogas como el cannabis, consumo de alcohol o conductas de riesgo.

Factores emocionales: ansiedad, estrés

Para el adolescente con asma los problemas psicológicos son especialmente importantes y pueden influir decisivamente en su calidad de vida. Existe una asociación entre el asma y la salud mental de los jóvenes, siendo claramente significativa en el caso de los problemas de ansiedad y depresión, y algo menos, en el caso de los problemas de comportamiento. En el caso de la ansiedad en adolescentes, se ha visto que se asocia a un aumento de la gravedad del asma, del uso de recursos asistenciales y con el peor control de los síntomas15, 16. El tratamiento de la ansiedad podría mejorar los síntomas de asma y la calidad de vida de estos pacientes17,18. El apoyo médico, a veces por otros especialistas, será necesario en los adolescentes con asma y problemas emocionales o de salud mental.

Comorbilidades

Cualquier otra enfermedad crónica, como la diabetes, reflujo gastroesofágico (RGE), depresión, obesidad, rinosinusitis, junto con el asma, podría hacer más difícil el manejo de ambas enfermedades.

Dentro de la problemática asociada al asma, es la rinitis alérgica la más frecuente. Según el documento ARIA (2008) el 80% de los pacientes asmáticos presentan además rinitis19. La presencia de rinitis alérgica parece complicar el manejo del asma, como se ha puesto de manifiesto en algunos estudios, pudiendo mejorar la función pulmonar al tratarla20.

Broncoespasmo inducido por el ejercicio físico (BIE)

El BIE se define como un estrechamiento brusco y transitorio de las vías aéreas, producido 5-15 minutos después de un ejercicio intenso y continuo. El adolescente tiene sensación de cansancio prematuro y es habitual que presente tos, disnea, sibilancias y opresión torácica.

Cuando se realizan pruebas objetivas se encuentra una disminución de al menos el 10% del volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV1) o del PEF si se utiliza el pico de flujo, con respecto al valor basal. Suele recuperarse en 20-60 minutos y a veces tras el episodio de BIE se produce un periodo refractario que puede durar entre 2 y 4 horas. En el momento actual se prefiere el término BIE al de asma inducida por ejercicio (AIE) ya que el ejercicio no induce asma pero en cambio sí que provoca broncoespasmo en pacientes asmáticos21.

Dada la frecuencia de BIE en adolescentes que en España se ha publicado que en algunas zonas puede llegar casi al 20%3, es fundamental la educación y prevención tanto con medidas generales como tratamiento farmacológico para conseguir que el adolescente pueda realizar una vida normal para su edad.

Es muy importante no evitar la práctica de ningún deporte y explicar al adolescente que un tratamiento adecuado evitará la aparición de los síntomas.

Es necesario también mejorar la forma física y capacidad aeróbica. La práctica de deportes será beneficiosa para la evolución de su asma si se realiza de forma adecuada. Una reciente revisión Cochrane concluye que la natación mejora la función pulmonar en adolescentes y niños22. Es fundamental el calentamiento previo, la progresión del ejercicio y el uso de bufandas si el ambiente es frío y seco, así como la respiración nasal.

Si el BIE se produce de forma habitual será necesario tratar correctamente el asma de base según se expone más adelante en este mismo artículo. El tratamiento profiláctico utilizado habitualmente son los broncodilatadores de acción corta previos al ejercicio. También se utilizan en ocasiones los antileucotrienos, los corticoides inhalados, o cuando es preciso, la combinación de ambos23. Se les debe explicar de forma sencilla y simplificar en lo posible el tratamiento por ejemplo recomendándoles en una única dosis los corticoides inhalados, y mejor si es nocturna, lo cual parece favorecer la adherencia24.

Diagnóstico

Para el diagnóstico de asma en el adolescente es fundamental la historia clínica que debe ser metódica y minuciosa. El diagnóstico en estas edades no es distinto que en el niño mayor o en el adulto.

Los síntomas característicos del asma son tos persistente, sibilancias (referidas como pitos o silbidos), disnea o dificultad para respirar y sensación de opresión torácica o tirantez, referido así a veces por los adolescentes, aunque ninguno de estos síntomas es específico y la intensidad puede ser variable5. La historia clínica debe ir enfocada a valorar las características y gravedad de las crisis, los periodos inter crisis, identificar factores agravantes o precipitantes, estimar el impacto de la enfermedad en el paciente y evaluar el desarrollo de la enfermedad.

Para el diagnóstico de asma en la adolescencia, además de la historia clínica y una exploración física completa y correcta, son necesarias pruebas funcionales, así como la realización de pruebas alérgicas.

Pero durante la adolescencia, los signos y síntomas clínicos no son criterio suficiente para diagnosticar la enfermedad, además de una exploración física completa y correcta, son necesarias pruebas funcionales, así como la realización de pruebas alérgicas.

Realizar una espirometría forzada y test de broncodilatación, serán imprescindibles para realizar un diagnóstico correcto. En la espirometría se constata, en el caso de asma, un patrón obstructivo con disminución de la capacidad vital (CV), capacidad vital forzada (CVF), también disminución del FEV1, y el cociente FEV1/ CVF. La prueba de broncodilatación se realiza tras una espirometría basal, se aportan broncodilatadores de acción corta (habitualmente 4 dosis de salbutamol con cámara espaciadora, cada uno de los puff separados 30 segundos), aunque se pueden utilizar otros broncodilatadores. A los 15-20 minutos se realiza otra espirometría, si el FEV1 aumentó más del 9% del valor teórico o más del 12% del valor basal previo, se considera una prueba de broncodilatación positiva y es muy sugestiva de asma.

En esta edad cobra un papel fundamental la realización de pruebas alergológicas, ya que si durante la infancia muchas crisis están desencadenadas por procesos infecciosos, en el adolescente los desencadenantes por excelencia son los aeroalérgenos25.

Hay que tener en cuenta que los adolescentes a veces tienen problemas para reconocer los síntomas, así como la gravedad de los mismos. El asma en el adolescente es una enfermedad probablemente infra diagnosticada; Siersted y colaboradores26 encontraron que hasta un tercio de los adolescentes estaba sin diagnosticar y, dos tercios de los no diagnosticados, nunca había referido sus síntomas a un médico.

El diagnóstico diferencial en estas edades se debe realizar fundamentalmente con la disfunción de cuerdas vocales y la tos psicógena27. En el primer caso se trata de la disfunción paradójica de las cuerdas vocales en algún momento del ciclo respiratorio y que producen una obstrucción de la vía aérea. Cuando el estridor que se puede confundir con sibilancias y asma es inspiratorio es más fácil de sospechar la disfunción de cuerdas vocales que cuando es espiratorio. Es más frecuente en mujeres jóvenes y adolescentes. El diagnóstico, que no es fácil, en ocasiones lo puede sugerir una meseta típica en la espirometría, y se debería intentar realizar en pleno episodio una fibrolaringoscopia con visualización directa de las cuerdas vocales.

Con respecto a la tos psicógena hay que sospecharla cuando no hay clínica por la noche o cuando el sujeto está distraído o entretenido.

Tratamiento

Previamente a iniciar cualquier tratamiento de mantenimiento es preciso haber realizado un diagnóstico correcto y precoz, se debe hacer la clasificación de la gravedad antes de iniciar una pauta concreta y enseñar, explicar, ensayar, demostrar y comprobar la técnica inhalatoria1, teniendo en cuenta la habilidad y preferencias del paciente y esto último en los adolescentes en fundamental.

Clasificación del asma

Por la edad y el tipo de actividad física que realizan los adolescentes, más parecida al que han estado realizando durante la edad infantil, no reglada y en muchos casos impredecible y dado que los adolescentes tienden a no reconocer bien su sintomatología, probablemente si clasificásemos la gravedad de su asma según indica la Global Iniciative for Astma (GINA)28 y algunos otros consensos referidos a población adulta estaríamos posiblemente subestimando su gravedad, por ello proponemos clasificar el asma en la adolescencia de la misma forma que en la edad infantil, tal como proponen el consenso nacional de 5 Sociedades Científicas españolas29 y la GEMA1 (Tabla I).

Esta clasificación se utiliza para orientar el tratamiento en un primer momento, posteriormente los cambios de medicación dependerán de la evolución clínica y del control de la enfermedad.

Tratamiento farmacológico de mantenimiento

El tratamiento farmacológico no es más que una parte del tratamiento integral del asma que debe incluir la educación y el control de factores que influyen en su evolución, que se tratarán más adelante.

La forma de iniciar el tratamiento de fondo del asma en el adolescente29,30 se expone en la Tabla II.

Una vez iniciado el tratamiento según la clasificación de gravedad del asma, la GINA, pone de relieve que el objetivo del tratamiento es conseguir un adecuado control de la enfermedad y se considera que el adolescente o adulto joven está controlado cuando:

— Puede hacer actividad física sin limitaciones.

— Presenta sintomatología nula o mínima.

— No presenta reagudizaciones.

— No precisa medicación de rescate.

— Función pulmonar normal.

— Variabilidad del FEM < 20%

— Se han evitado los efectos adversos de la medicación.

El consenso español1,29 propone que una vez establecido el tratamiento, se cite al niño y su familia y se le pase un cuestionario para intentar objetivar la respuesta a este tratamiento inicial. Propone el Cuestionario Control del Asma en Niños (CAN), Tabla III, que consta de 9 preguntas, con 5 posibles respuestas, que se puntúan cada una de 0 a 4 puntos. La puntuación máxima es de 36 puntos y la mínima de 0 puntos. A más puntuación peor control. Se considera deficientemente controlado un niño a partir de 8 puntos, aunque en este momento se está considerando elevar esta puntuación.

En la Figura 1, se expone el tratamiento escalonado según el grado de control 28,29,30.

Antes de aumentar la dosis o número de fármacos en el tratamiento de mantenimiento comprobaremos que la adherencia al tratamiento, la técnica inhalatoria y las medidas de evitación de desencadenantes sean correctas.

Es preciso hacer alguna puntualización sobre el tratamiento de mantenimiento en esta edad:

— Los β2 adrenérgicos de acción larga no deben utilizarse nunca en monoterapia, siempre asociados a glucocorticoides inhalados (GCI). Cuando ambos fármacos se asocian mejoran el control y permiten reducir las dosis de GCI.

— La efectividad de los GCI está bien contrastada a esta edad.

— Aunque los antileucotrienos (ARLT) son eficaces a estas edades, tienen menor capacidad antinflamatoria que los GCI. Cuando ambos fármacos se asocian mejoran el control.

— A cualquier edad, el control del niño con asma moderada o grave debe hacerse siempre coordinado con otros especialistas, alergólogos infantiles o neumólogos pediátricos del hospital de referencia.

— El descenso de medicación se realizará de forma progresiva, pasando de un nivel al inmediatamente inferior.

La inmunoterapia está indicada cuando no es posible evitar la exposición al alérgeno, cuando no se consigue un adecuado control de los síntomas de asma con la medicación adecuada o cuando este provoca efectos adversos o es rechazado por el paciente o su familia. Se utiliza mayoritariamente en asma episódica frecuente o moderada, cuando existe sensibilización a un único alérgeno o a un alérgeno predominante del que se disponga de extractos de alta calidad estandarizados biológicamente. Se utiliza también en asma leve con rinitis importante que afecta especialmente a la calidad de vida del paciente. La inmunoterapia no debe prescribirse a pacientes con asma grave o no controlada, por el elevado riesgo de reacciones adversas graves, incluso mortales 1,29-30.

La administración se puede realizar de forma subcutánea o sublingual, con respecto a esta última en la GEMA de 2009 informa de que existen dos revisiones sistemáticas que concluyen que es capaz de reducir significativamente las manifestaciones bronquiales en adolescentes con asma alérgica.

Tratamiento de la crisis de asma

Durante la adolescencia, la valoración de la crisis de asma y su tratamiento es la misma que en el niño mayor o adulto y se expone en la Figura 2.

Educación

Educación en asma del adolescente

Aunque el periodo de la adolescencia sea probablemente la etapa de la vida más propicia para intervenir educacionalmente, no es precisamente la más fácil.

El manejo del asma, implica un adecuado autocontrol y ahí es donde debemos enfocar gran parte de este artículo, en la educación del adolescente. No solamente se deben incluir conceptos y habilidades, serán necesarias la aplicación de técnicas motivacionales precisas para que el adolescente comprenda su enfermedad y participe activamente en su control y tratamiento. Para ello será necesarias la motivación y habilitación para vivir de forma saludable y enseñarles a manejar su enfermedad correctamente y con la máxima autonomía. Si no se consigue este objetivo probablemente no se consiga un adecuado control de la enfermedad31.

El proceso educativo del adolescente debe ser individualizado, adaptado a cada una de las situaciones y vivencias, debe ser flexible, continuo y dinámico. La mayoría de las veces partimos de una educación previa, que es cierto que no dependía directamente de nuestros pacientes, sino de los padres y cuidadores, pero el hecho de extender en estas edades de forma progresiva y secuencial la asunción de responsabilidades directas y personales mejorará la relación, flexibilizará nuestras propias actitudes como profesionales y nos hará más receptivos a la negociación y menos proclives a la imposición, mal aceptada por los adolescentes.

En estas etapas, el profesional no es raro que tenga que asumir situaciones o tratamientos que sin ser los óptimos son los posibles en ese momento, pero esto mejorará la relación con su paciente y probablemente mejore la adherencia al tratamiento y aumente su autoestima y motivación.

Objetivos

El objetivo general de la educación en asma al adolescente es conseguir que sea capaz de controlar su enfermedad y que le capacite para realizar una vida normal para su edad, incluyendo la actividad física, el deporte, los estudios o trabajo y la relación con su entorno.

Para conseguir este objetivo, en realidad mejorar la calidad de vida, se deben formular objetivos específicos como aumentar el conocimiento sobre la enfermedad, detectar con prontitud signos de empeoramiento o alarma, reducir el número de exacerbaciones, de visitas a urgencias, evitar el absentismo escolar o laboral o mejorar la adherencia al tratamiento.

Si se pretende tener éxito, los objetivos específicos planteados durante las primeras sesiones a los adolescentes deben ser aquellos que ellos propongan en primer término o que valoren especialmente, es decir si lo que realmente quieren es jugar al baloncesto o bailar sin tener que parar por el BIE, si son viables en ese momento y se consiguen mejorara la confianza, su propia autoestima y se conseguirá mejor adherencia al tratamiento.

Secuencia

La educación se debe iniciar con el diagnóstico educativo, identificando y valorando las necesidades del adolescente y su familia. Hay que conocer ¿Quién es el paciente? ¿A qué se dedica, estudia, trabaja, cuáles son sus aficiones? ¿Qué sabe sobre su enfermedad? ¿Qué tipo de asma tiene? ¿Cuál es su motivación?

A partir de estas necesidades, en función de estas y dependiendo de los recursos disponibles, se determinan los objetivos, como hemos mencionado en el punto anterior en coordinación con nuestro paciente, y una vez establecidos se establece una pauta secuencial que debe ser planificada u organizada.

Es importante hacer un plan escalonado, no se puede abrumar o apabullar al paciente con información sobre la enfermedad en las primeras sesiones, se debe utilizar una metodología estructurada para aplicar y desarrollar los contenidos 31,32.

En esta etapa de la vida es preciso citarles con más asiduidad que a otros pacientes, repasar con ellos sus problemas e inquietudes e intentar llegar a acuerdos asumibles.

Contenidos

La educación no puede limitarse a trasmitir información, es preciso conocer y valorar el conocimiento y la actitud con respecto al asma del adolescente antes de planificar las intervenciones educativas.

La educación no puede limitarse a trasmitir información, es preciso conocer y valorar el conocimiento y la actitud con respecto al asma del adolescente antes de planificar las intervenciones educativas. Los puntos clave en la educación del asma se expresan en la Tabla IV 29,31

Anatomía, fisiopatología.

Realmente es muy difícil explicar la diferencia entre medicación antiinflamatoria y de rescate si no se aporta previamente unos conocimientos básicos sobre la enfermedad, la anatomía y fisiopatología del aparato respiratorio explicando de forma somera aunque clara la diferencia entre inflamación y broncoconstrición. Se pueden utilizar diversos métodos como el de los anillos concéntricos o el Modelo Tridimensional de los Tres Tubos 33, explicando a que nivel actúan los distintos fármacos.

Factores desencadenantes, medidas de control y evitación.

Es crucial la comprensión del adolescente de los factores desencadenantes y las medidas de control y evitación. Ya hemos citado anteriormente las dificultades propias de la edad, su relación con el grupo de amigos, su negación a ser distintos que los demás, momentos críticos en cuanto a conocimiento de su propio cuerpo en constante cambio. Si no pueden realizar alguna actividad, como salir al campo en primavera deben comprender bien la causa e interiorizarla, probablemente a veces será inevitable que se equivoquen y que sufran las consecuencias para aprovecharlas de forma positiva e integrante en la siguiente sesión y sacar conclusiones comunes después de la experiencia.

Con el adolescente nunca se debe emplear un abordaje del tipo prohibicionista, ya que se puede provocar un efecto rebote. Tratar temas como el tabaco, la obesidad, alérgenos, ejercicio, deporte, infecciones respiratorias, alimentos, fármacos, irritantes es obligado. Cuando fuera necesario restringir algún tipo de actividad, aunque sea temporalmente se debe valorar con él la sustitución por otras alternativas o en otro momento.

Educación en la percepción de síntomas y signos de alarma.

La educación en la percepción de los síntomas del asma debe empezar en el momento del diagnóstico de la enfermedad. En muchos casos, el asma se ha iniciado en la niñez, pero en el adolescente surge la negación del problema, el sentimiento de injusticia ¿por qué yo?, y la necesidad imperiosa de no ser distinto. Si esto se une a la falsa idea de que el asma desaparece en la adolescencia, puede conducir al abandono del tratamiento antiinflamatorio de base ya que no notan una mejoría inmediata ni probablemente un empeoramiento brusco al dejarla, por lo que se puede producir un mal control y, en algunos casos, situaciones graves o peligrosas.

El adolescente debe reconocer sus síntomas y signos de empeoramiento o de comienzo de una crisis, así, el cansancio, la tos, los pitidos, los despertares nocturnos, la opresión en el pecho o la dificultad para respirar deben valorarse con prontitud y actuar en consecuencia antes de que aumente la gravedad del proceso. Cuanto más precozmente se trate una reagudización, mejor será el pronóstico de la misma, objetivo difícil de cumplir si el paciente lo que hace es negar o disimular su estado. Cuando hay dificultad para el reconocimiento de los síntomas o para mejorar el control de la enfermedad se pueden utilizar medidas objetivas de monitorización 31.

Monitorización de la enfermedad. Medidas objetivas.

La percepción de la sintomatología clínica es un parámetro subjetivo. Para ayudar a su reconocimiento y valoración se puede utilizar, bien un cuaderno de síntomas donde se vaya apuntando diariamente los signos y síntomas, pero esta percepción puede estar modificada por otros factores como el estado de ánimo, o si queremos utilizar un método objetivo, se puede recurrir a la medida del Flujo Espiratorio Máxima (FEM), utilizando un aparato para medirlo de forma ambulatoria, el medidor de pico de flujo o Peak Flow Meter (PFM).

Con la medida del FEM se obtienen unos valores límites individualizados para cada paciente y que conducen al mantenimiento o cambio del tratamiento según criterios pactados entre el paciente y el médico. Es un buen sistema para adolescentes que no son capaces de reconocer los síntomas de empeoramiento, presentan asma grave o inestable, otras veces se puede utilizar en monitorizaciones cortas de 2-3 semanas, en descompensaciones o ante cambios terapéuticos, aunque hay que advertir que si no se realiza la técnica de forma adecuada el valor del FEM puede inducir a errores32.

Automanejo del asma y plan de acción por escrito.

El automanejo del asma pretende conseguir y mantener la mejor función pulmonar posible y por lo tanto la mejor calidad de vida para el adolescente, a través del control de medidas ambientales, evitación de desencadenantes, determinación de la gravedad del asma tanto clínica como basada en medidas objetivas y utilización de pautas de tratamiento farmacológico adecuado.

Para conseguirlo es preciso establecer un “plan de acción” por escrito, que debe ser pactado con el adolescente, donde deben establecerse de forma clara, concisa e individualizada las medidas a tomar con respecto al tratamiento de mantenimiento y sus posibles ajustes, actitud ante una posible crisis y cuándo acudir a un servicio de urgencia.

El automanejo se puede resumir en lo que se conoce como habilidades de autocuidado. El adolescente será capaz de:

o Conocer y evitar los desencadenantes.

o Reconocer y monitorizar los síntomas.

o Utilizar la medicación, especialmente la inhalada de forma correcta.

o Actuar de forma temprana ante cualquier variación de su asma.

El autocontrol es conseguir la capacidad para reconocer cualquier situación clínica y tomar las decisiones adecuadas y esto no siempre es fácil con los adolescentes31.

Técnicas y sistemas de inhalación.

Es imposible un adecuado control de la enfermedad si no se dominan las técnicas de inhalación. Ningún paciente debe salir de la consulta del médico en la que se le ha propuesto una medicación inhalada sin que el profesional haya enseñado y comprobado que maneja la técnica correctamente.

Las recomendaciones del GEMA1 relativas a la educación en sistemas de inhalación son:

o Escoger el dispositivo. Fundamental en adolescentes, siempre pactado una vez que se ha comprobado la técnica.

o Explicar técnica y características del sistema.

o Demostrar por el propio sanitario como se utiliza.

o Comprobar que el adolescente lo hace correctamente.

o Reevaluar periódicamente en las visitas de control y corregir fallos basados en la rutina.

Esto no será posible si en la consulta del médico/enfermera no se dispone de placebos de sistemas de inhalación y de polvo seco, cámaras, medidores de pico de flujo, etc.

El paciente debe saber cómo mantener limpios los dispositivos y cámaras, comprobar el adecuado funcionamiento y si quedan pocas dosis del fármaco cuando no tiene contador y las medidas de higiene bucal tras su administración.

Cumplimiento terapéutico. Adherencia y concordancia.

El asma, como otras enfermedades crónicas con grandes periodos sin síntomas, presenta alta tasa de incumplimientos terapéuticos, esta realidad se ve sobre todo en adolescentes por las características comentadas anteriormente.

Hablamos de cumplimiento terapéutico cuando la conducta y tratamiento farmacológico del paciente se acomoda a lo indicado por su médico. Esto implicaría obediencia por parte del paciente. El término adherencia se refiere al hecho de que el paciente acepta voluntariamente las recomendaciones del médico, después de un razonable acuerdo o negociación del plan terapéutico. Al utilizar la palabra concordancia nos referimos cuando existe noción de autonomía por parte del joven o adolescente en relación de igualdad con su médico y se utilizan decisiones corresponsables respecto al tratamiento y manejo de la enfermedad. El paciente se implica en el manejo de su enfermedad en una alianza terapéutica médico/enfermo 32.

Aunque en estas edades lo ideal sería la concordancia, si se consigue la adherencia al tratamiento, hablaríamos de éxito.

Para mejorar la adherencia en consulta, no podemos olvidar que el adolescente “siempre” nos va a poner a prueba, que a veces los padres van a ser unos colaboradores inestimables pero tenemos que tener mucho cuidado en cómo abordarlo, sin olvidar la importancia que tiene en esta edades el “grupo de iguales”. Es preciso saber escuchar, dar pruebas de confianza y apoyo asegurando en todo momento la confidencialidad, observar las actitudes de nuestro paciente y su lenguaje corporal y es muy importante cumplir nuestras promesas para no defraudar su confianza. Hay que intentar que él proponga los cambios y pactar los objetivos, como se trató antes, no siempre se podrá hacer lo mejor, será necesario intentar lo posible. Es importante reforzar los éxitos cuando se produzcan, aunque sean mínimos.

Quién debe realizar la educación del adolescente

El pediatra de atención primaria debe ser el responsable del seguimiento integral y de la promoción de autocuidados del adolescente asmático, siempre coordinado con atención especializada en aquellos casos que lo requieran.

Todos los profesionales implicados en el proceso, médicos, pediatras, alergólogos, neumólogos, enfermeras… y todos deben haber recibido una formación adecuada y de calidad con entrenamiento práctico, como realización de talleres, para mejorar habilidades en educación. Además de a nuestro paciente, es preciso formar a la familia y sería conveniente también a educadores.

De cualquier forma, en el caso del adolescente, el pediatra de atención primaria, es de fácil acceso, conoce al paciente y al entorno socio familiar desde la infancia, y en la mayoría de los casos, ya que se suele tratar de asma leve o moderada, debe ser el responsable del seguimiento integral y de la promoción de autocuidados, buscando la concordancia o la adherencia para el manejo de la enfermedad, siempre coordinados con atención especializada en aquellos casos que lo requieran.

 

Tablas y figuras

Tabla I. Clasificación de la gravedad del asma en la adolescencia

Episódica ocasional
Episodios 1 vez cada 10-12 semanas < de 4-5 crisis al año

Asintomático en intercrisis.

Exploración funcional: Normal en intercrisis.

Episódica frecuente
Episodios < de cada 5-6 semanas. Sibilancias a esfuerzos intensos

Asintomático en intercrisis.

Exploración funcional: Normal en intercrisis.

Persistente moderada
Episodios > cada 4-5 semanas. Sibilancias a esfuerzos moderados

Síntomas nocturnos , < de 2 veces por semana.

Necesidad de β2 adrenérgicos de acción corta< 3 veces por semana.

Síntomas leves en intercrisis.

Exploración funcional: FEV1 entre el 70-80% del teórico. Variabilidad del PEF 20-30%

Persistente grave
Episodios frecuentes. Sibilancias a esfuerzos mínimos

Síntomas nocturnos > de 2 veces por semana. Necesidad de β2 adrenérgicos de acción corta > 3 veces por semana.

Síntomas en las intercrisis.

Exploración funcional: FEV1 < 70% del teórico. Variabilidad del PEF > 30%

Tabla II. Tratamiento inicial de mantenimiento en el adolescente

GRAVEDAD
DEL ASMA

ELECCIÓN

ALTERNATIVA

CRISIS

Episódica ocasional

No precisa

No precisa

β2 adrenérgicos de acción corta a demanda

Episódica frecuente

GCI a dosis bajas

ARLT

Persistente moderada

GCI a dosis medias

CCI a dosis bajas
1
β
2 adrenérgicos de acción larga

o

GCI a dosis bajas 1 ARLT

Persistente grave

GCI a dosis altas 1 β2 adrenérgicos de acción larga

Se puede considerar una o varias:

1 GC orales

1ARLT

Metilxantinas

Omalizumab

Tabla III. Cuestionario de Control de asma en Niños (CAN)

1. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia ha tosido durante el día en ausencia de resfriados/constipados?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

2. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia ha tosido durante la noche en ausencia de resfriados/constipados?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

3. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia ha tenido pitidos o silbidos durante el día en ausencia de resfriados/constipados?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

4. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia ha tenido pitidos o silbidos durante la noche en ausencia de resfriados/constipados?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

5. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia le ha costado respirar durante el día?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

6. Durante las últimas 4 semanas, ¿con qué frecuencia le ha costado respirar durante la noche?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

7. Cuando el niño hace ejercicio, juega, corre, o ríe a carcajadas ¿tiene tos o pitos/silbidos?

4 Siempre

3 Casi siempre

2 A veces

1 Casi nunca

0 Nunca

8. Durante las últimas 4 semanas, ¿Cuántas veces ha tenido que ir a urgencias debido al asma?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

9. Durante las últimas 4 semanas, ¿Cuántas veces ha ingresado en el hospital debido al asma?

4 Más de una vez al día

3 Una vez al día

2 De 3 a 6 veces por semana

1 Una ó 2 veces por semana

0 Nunca

Tabla IV. Puntos clave en la educación del asma

ÁREA TEMÁTICA

PUNTOS CLAVE

EL ASMA

— Concepto de asma

— Reconocimiento de crisis

— Broncoconstricción

— Inflamación

MEDIDAS DE CONTROL AMBIENTAL Y EVITACIÓN ALERGÉNICA

— Factores precipitantes (alergenos, virus, ejercicio, etc.) Como identificarlos y medidas de evitación

— Consejo antitabaco familiar y personal

TRATAMIENTO

— Tratamiento de rescate. Concepto de broncodilatador

— Tratamiento de mantenimiento. Concepto de antiinflamatorio

— Actuación precoz ante una crisis

— Inmunoterapia

INHALADORES

— Explicación y valoración de la medicación inhalada

— Técnica de inhalación

— Conservación y limpieza de cámaras y aparatos

AUTOMANEJO DEL ASMA

— Registro de síntomas

— Plan de acción por escrito personalizado

— En casos seleccionados PEF. Mejor valor personal

ESTILO DE VIDA

— Asistencia a la escuela

— Práctica deportiva

— Autonomía

Figura 1. Tratamiento escalonado del asma en el adolescente según el grado de control

Figura 2. Tratamiento de la crisis de asma en el adolescente

 

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El pasado y la situación actual


El pasado y la situación actual

 
G Castellano
 

German Castellano
Coordinador Internacional de la SEMA
Pediatra acreditado en Medicina de la Adolescencia

 

La Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) se fundó en 1.987 gracias a la iniciativa del Dr. Blas Taracena del Piñal que tuvo la clarividencia de comprender que la Adolescencia necesitaba una atención diferente y multidisciplinar, y que sin pretender la exclusividad el pediatra se encontraba en una situación óptima para atender a los adolescentes por el conocimiento que tiene de ellos desde edades tempranas, de su familia y del medio que le rodea.

Han pasado muchos años y paralelamente al crecimiento de la SEMA se ha producido el de las diferentes sociedades homólogas de países hispano-americanos, Portugal e Italia. Es obligado reconocer el notable desarrollo que ha tenido la Adolescentología en muchos países de habla hispana desde hace muchos años con profesionales expertos, excelente acogida por las autoridades sanitarias y desarrollo de programas con aplicaciones en la práctica diaria.

También es obligado mencionar el alto desarrollo de la Adolescentologia en EEUU. En Training Opportunities in Adolescent Medicine 2014 se ofertan veintiséis lugares acreditados para la formación y se puede obtener en www.adolescenthealth.org.

El fruto de ese trabajo, generoso y con un importante componente social, son las entidades que aparecieron en Suramérica y Europa con carácter transnacional como CODAJIC (Confederación de Adolescencia y Juventud de Ibero América y Caribe) y CAA (Comité de Adolescencia de ALAPE). Ambas entidades aglutinan a los colegas adolescentólogos de todos los países, unos como representantes oficiales de las sociedades pediátricas y de adolescencia y otros que encuentran en los eventos organizados por esas sociedades un lugar de interés para la formación y una relación cercana.

En Italia (Catanzaro) se organizan periódicamente Joint Meeting on Paediatric& Adolescent Medicine a los que concurren miembros de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia y en los cuales interviene la Sociedad Italiana de Medicina de la Adolescencia.

También participan ACSA&STE. ONLUS (Associazione Catanzerese per gli Studi Auxologic e per lo Studio delle Talassemie e Emoglobinopatie y MAGAM (Mediterranean and Middle East Action Group for Adolescent Medicine) acogiendo a profesionales europeos, de Suramerica, Centroamérica y Caribe, países mediterráneos y de Oriente Próximo que pertenecen a la sociedades nacionales o secciones nacionales de adolescencia de cada país.

Desde hace pocos años se suma a esa oferta científica el Curso de Diplomatura organizado por el Comité de Adolescencia de ALAPE (CAA) de forma virtual y que han seguido numerosos colegas. A los largo de estos años han aparecido diversas publicaciones relacionadas con la Adolescentología pero es obligado referirse al libro” Medicina de la Adolescencia. Atención Integral “publicado por la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia primera edición en 2004 y segunda edición en 2012 en la que intervienen cualificados profesionales de España, EE.UU. diversos países latinoamericanos así como de Portugal e Italia, y que es sin duda una referencia internacional.

De lo anteriormente expuesto se deduce que la colaboración y las relaciones internacionales en el amplio capítulo de Atención Integral al adolescente viven una época muy fructífera favorecida por las nuevas tecnologías que permiten intercambio de información y conocimientos aplicables rápidamente en cualquier lugar.

Proyectos

El campo de la adolescentología al igual que otros de la medicina se basa en tres pilares fundamentales: formación, asistencia e investigación.

El Comité de Adolescencia de ALAPE, CAA, está compuesto en 2013 por veintiuno países y CODAJIC agrupa a catorce países. En ambos está incluida España. Es obvio que las diferencias existentes entre esas naciones son muy grandes en los aspectos sociales, económicos, políticos, sanitarios y estructurales de todo tipo pero hay puntos comunes en los que se debiera trabajar y que planteamos a continuación.

Formación

• Oficial

De entrada admitamos que los países europeos están sometidos a unas normas rígidas en lo referente a Medicina de la Adolescencia, la acreditación en esa disciplina no está generalizada, y por lo tanto no siempre existen servicios hospitalarios y extrahospitalarios donde los médicos residentes puedan formarse. El desarrollo de la Adolescentología en Suramérica es mayor que en Europa y en muchos países está aprobada a nivel estatal la especialidad y la acreditación o titulación correspondiente a través de la residencia en hospitales y/o servicios cualificados.

No oficial

Mientras los estamentos oficiales se definen sobre la especialidad pensemos que no es imposible acordar programas de formación entre los países que no tienen reconocida la especialidad y buscar alguna entidad que otorgue una validez o acreditación como se hace en los Cursos de Diplomatura antes mencionados. Esta actuación sería la muestra de lo importante que es la colaboración internacional.

El Grupo de Trabajo de Formación y Acreditación de la SEMA, liderado por la Dra. MI Hidalgo ha elaborado un programa de formación que someterá a las autoridades sanitarias con el fin de conseguir oficialmente la implantación de la Adolescentología. El trabajo se titula “Acreditación y Formación de Profesionales. Área de Acreditación especifica en Medicina de la Adolescencia” y puede ser un modelo en esa materia.

Asistencia en la práctica

Consideramos que es imposible unificar modelos asistenciales ya que dependen de múltiples aspectos diferentes en cada nación pero si puede pensarse en proyectos comunes internacionales en cuestiones concretas realistas, necesarias y alcanzables como paso previo a otras intervenciones:

• Consulta joven o servicios amigables para adolescentes

Es deseable que en los centros de salud exista al menos una consulta especializada y diferenciada, en horario a discutir según posibilidades. La implantación de una red de consultas de estas características sería muy positiva

Atención y formación a las familias con adolescentes

Las familias con adolescentes necesitan formación que se puede ofrecer a través de las AMPAS (Asociación de madres y padres de alumnos) en centros docentes u otros lugares.

• Formación a sanitarios

Las sociedades internacionales como el Comité de Adolescencia de ALAPE, CAA, y CODAJIC pueden asumir e sa función en los diferentes países. Teniendo en cuenta que se deben optimizar los recursos organizativos y económicos no tiene sentido que ambas sociedades compitan en el mismo terreno, se deben limitar campos y actuaciones en aras de la eficiencia.

A lo largo de estos años la SEMA ha contribuido a la formación a través de sus congresos, cursos y publicaciones como ADOLESCERE. En los numerosos eventos también participaron colegas de EEUU como los Dres Silber, Brown, Ammerman, la Dra. Cruz de Cuba, las Dras. H Fonseca, P Fonseca y el Dr. P Moleiro de Portugal, así como el Dr. G.Girard, de Argentina, y los Dres G. Raiola y Vincenzo de Sanctis de Italia,y la Dra. S Guijarro de Ecuador.

Investigación

Es deseable que la investigación sea considerada como una actividad normal dentro de las actividades de las sociedades de atención integral al adolescente ya que es el camino para el progreso y desarrollo.

En el Comité de Adolescencia de ALAPE, CAA, existe un grupo de investigación liderado por el Dr. Diego Salazar, de Chile, que en 2008 culminó el trabajo “Riesgo psicosocial en la adolescencia”, validado oficialmente y aplicándose en algunos países.

En 2008 se inició otro trabajo que lleva por nombre “Inventario de afrontamiento ante los problemas en la vida con adolescentes”. En 2009 el proyecto iniciado se titulaba “La investigación de la familia y de sus relaciones con el cuidado de la salud” acompañándose de textos tan relevantes como “Algunas bases teóricas de la investigación cualitativa”. En 2011 el proyecto iniciado fue “Construir y validar una batería para medir el estado de salud en adolescentes atendidos en centros especializados”.

Paralelamente a estas actividades se realizaron cursos sobre “Metodología de la investigación” con el fin de formar a los intervinientes en los proyectos de investigación aprovechando las reuniones científicas anuales.

En nuestro país se han realizado varios estudios sobre la situación de los adolescentes abarcando gran variedad de temas realizados en centros sanitarios y también por entidades oficiales como INJUVE, Fundación para la ayuda contra las drogas, FAD, y otras.

El futuro

El ritmo de crecimiento de la Adolescentología es más lento en Europa que en Suramérica, Centroamérica y Caribe, pero ese inconveniente se subsana en gran parte por la gran facilidad de comunicación a través de la Red. El trabajo de la Dra. Mónica Borile ha permitido la existencia de un grupo de profesionales sanitarios y no sanitarios en el cual la comunicación., el intercambio de conocimientos e incluso el debate encuentran excelente acogida y respuesta. Se accede a ese colectivo previa propuesta de algún miembro.

A través de Facebookadolescenciaalape la participación es libre y en junio de 2013 sumaba más de 1.300 participantes que intervienen y opinan sobre temas de adolescencia.

Se van extendiendo los estudios de todo tipo, nacionales e internacionales sobre diversos aspectos de la adolescencia que contribuyen a enriquecer el conocimiento y la formación de los profesionales. El último se está iniciando en Portugal “Serviços amigos dos adolescentes e jóvenes” y pretende construir y validar un instrumento que permita evaluar las opiniones de los adolescentes sobre los centros en que son atendidos así como las características de los mismos.

En nuestro país la SEMA ha establecido grupos de trabajo sobre Formación y acreditación, Drogas, TDAH, Endocrinología, Sexualidad y Ginecología, Ciberacoso y Colaboración internacional y pretende a través de Facebook aumentar el contacto y difusión con profesionales a nivel internacional.

El nombramiento en 2013 en la IAAH (International Association for Adolescent Health) de la Dra. Mª Carmen Calle, de Perú, como Vicepresidenta para Hispanoamérica, es una excelente noticia que puede reforzar la marca latino americana con 500 millones de personas hispano-parlantes dentro de una sociedad internacional como la IAAH de marcado carácter anglosajón.

Debemos ser capaces de compartir proyectos comunes a nivel internacional referentes a algunos aspectos de la práctica diaria, como la actividad asistencial, ya que en investigación se han llevado a cabo esa colaboración. Reconociendo las diferencias entre países hay aspectos de la consulta diaria que son comunes a todas las nacionalidades y seria muy interesante comparar experiencias y resultados.

Es necesario promocionar la Adolescentología entre los profesionales sanitarios y especialmente entre los pediatras ya que pediatría es crecimiento y este no ha acabado a los 14 años. Además las sociedades de pediatría nacionales deben tener conocimiento de la existencia y funcionamiento del Comité de Adolescencia de ALAPE, CAA, a la que pertenecen ellas. Compartimos el Plan de Trabajo del CAA para 2013-2015 que va en la misma línea que comentamos.

Creemos que el futuro es esperanzador por todo lo anteriormente expuesto en esta editorial y porque es muy evidente la calidad y el interés general de las aportaciones científicas en los múltiples congresos o reuniones científicas. Una cuestión a mejorar es la planificación en lo posible para evitar coincidencias de fechas. Por otra parte es necesario facilitar la asistencia y el protagonismo a los jóvenes colegas que serán la garantía de un futuro brillante.

Me gustan más los ensueños del futuro que las historias del pasado

Jefferson

 

 

 
 

Aprendiendo de los jóvenes


Aprendiendo de los jóvenes

Presentación

Por Patricio José Ruiz Lázaro

 

El proyecto “De jóvenes a jóvenes” del centro de salud “Manuel Merino” de Alcalá de Henares es un espacio grupal donde los adolescentes pueden:

1) compartir con otros jóvenes y con profesionales de la salud sus necesidades, dudas o temores sobre: afectividad, sexualidad, alimentación, drogas, desarrollo físico, deporte, estudios, aspectos de su personalidad y relaciones interpersonales (familia, pareja, amigos…)

2) mejorar sus competencias socioemocionales y sus habilidades para la vida

3) desarrollar su creatividad a través de la expresión artística (narrativa, cómic, música,…) y audiovisual (cine, radio…)

Podéis informaros más de dicho proyecto en http://adolescentes.blogia.com

Varios adolescentes y jóvenes de dicho proyecto os van a hablar sobre sus inquietudes en relación con distintos espacios donde se mueven (la sociedad adolescente, la calle, el colegio o instituto, la familia) y temas que les preocupan (el acoso escolar, la afectividad).

 
 

La sociedad de los adolescentes hoy

Por Iñigo Lázaro Clavijo (16 años)

 

La sociedad de los adolescentes hoy es una sociedad de grupos y abierta, lo que quiere decir que es posible a través de unos caminos acceder a los dos grandes grupos. A continuación enunciaremos los dos grandes grupos y explicaremos los medios por los cuales se puede entrar y salir de los grupos.

Lo dos grandes grupos son los “guays” y los “frikis”. Friki proviene del ingles y significa “aquel que se sale de lo normal”, por lo tantos aquel que no siga los estándares marcados pasa automáticamente al grupo de los frikis.

Los factores que intervienen en la asignación a uno de los grupos son;

— la belleza: el estar cachondo/a te asegura un puesto seguro en el grupo guays.

— la fuerza: característica de lo que denominamos matones; la oportunidad de meterse a un gimnasio siempre es una buena opción.

— y por último la moda: donde entran en juego varios elementos como la ropa, accesorios, cortes de pelo, música… o costumbres como son el beber alcohol y el consumir drogas; el botellón es una quedada en la cuál puedes presumir de tu maestría de beber alcohol y consumir drogas (una buena oportunidad para integrarte y poder entrar en el grupo).

Detrás de todo esto hay un gran pilar, el falso respeto o como yo lo llamo temor, temor a ser marginado socialmente o sufrir bullying. Puede que estés marcado por una marca a fuego en la frente donde ponga friki, entonces todos tus intentos por entrar serán una causa perdida y te verás sumido en un subgrupo dentro de los guays, los “hueleculos”. Un grupo despreciado tanto por frikis por venderse como por guays por no llegar a ser enteramente uno de ellos. En este subgrupo hay una simbiosis entre aceptación y sumisión donde pierdes toda pizca de dignidad que había en ti.

Conclusión: Esta sociedad es una jungla angosta en la cuál puedes estar en lo más alto o en lo más bajo, pero el estar en lo más bajo no es tan malo, sólo se debe encontrar un grupo en el cuál te respeten y acepten tal como eres, es decir un grupo en el cual estar bien con uno mismo, poder pensar por uno mismo, poder elegir, tener personalidad.

La calle

Por Samuel Puerto Domínguez (14 años)

En la calle casi todos los chavales nos llevamos bien unos con los otros, pero nos juntamos por grupos: están los “friquis”, los que se creen mucho, y los que les importa poco lo que hacen los demás.

Cosas a mejorar o cambiar en la calle: que no halla tantas peleas, que la policía vigile mas la venta ilegal, que no permita que los chavales menores de edad beban alcohol, fumen porros y tabaco, y que controle la velocidad de los vehículos.

¿Qué sabemos los adolescentes de las drogas? “Las drogas” son sustancias que, introducidas en el cuerpo por cualquier vía, producen una alteración del sistema nervioso de la persona. Lo que más se consume es alcohol y marihuana o cannabis, La marihuana produce: cáncer, ansiedad, cansancio, depresión, adicción, alergias, urticaria, resaca y sueño. A algunas personas, les relaja. Otras son adictas. Otras simplemente lo hacen por diversión o por chulearse.

Mucha gente conduce imprudentemente y bajo los efectos del alcohol o drogas y eso da lugar a accidentes y atropellos que pueden terminar en tragedia.

   

Los colegios e institutos

Por Kilian Calvo Villoslada (12 años) y Diego Díaz Prieto (14 años)

 

Pues lo que nosotros pensamos es que en los colegios e institutos debería haber menos sexo, drogas, tabaco… En los colegios-institutos hay mucha gente que fuma, da droga a los demás para hacerse más populares o la venden a un precio muy alto.

También creemos que deberían de ponerse unas normas más estrictas para que los centros educativos tuviesen menos acoso escolar. Hay personas que se creen muy guays y fuertes, por eso van de chulitos y pegan a los más débiles para ser los más populares del colegio-instituto.

Que te cojan manía los profesores es malo, te hacen lo posible para que suspendas, por ejemplo tienes un 5 y te ponen un 4,75. Lo que tendríamos que hacer es si un profesor se pasa de la raya es comentarlo con el jefe/a de estudios, con el director/a o con tu padre o madre para que hable con el profesor. Hay pelotas de los profesores, a los que están o dándoles abrazos, regalándoles cosas o estando mucho tiempo con ellos…

Los baños de los centros no están limpios y se puede coger cualquier enfermedad: quien va al váter, no tira de la cadena y siempre huele mal, tampoco pasan los de la limpieza a limpiarlos…

Hay centros que creen que es mejor que los chicos y las chicas no estén juntos. Nosotros preferimos juntos.

 

La familia

Por Óscar Buenavida Parra (14 años)

 

Yo pienso que la familia es un conjunto de personas que se quieren mutuamente y lo demuestran día a día. La familia se ayuda siempre que haga falta. A veces hay problemas, graves o leves, da igual, lo importante es que cuando todos colaboran se pueden solucionar. Para que la convivencia con la familia sea agradable es importante respetarse los unos a los otros y quererse por el mero hecho de ser familia.

Hay muchos tipos de familia, la mía es una familia sencilla de un solo hijo. Mi madre es una persona divertida, un poco torpe y que se pasa el día enfadada. Mi padre, es una persona más o menos seria, revolucionaria, sosa y muy gruñona. Yo soy una persona divertida, despistada, vago, simpática y sociable.

En mi opinión los tipos de jóvenes de hoy en día, quiero decir los agresivos y demás, son así porque su familia no les ha criado como es debido, ya que en la época en la que los padres eran niños no tenían casi libertad y toda la que no tuvieron se la están dando a sus hijos.

   

El acoso escolar

Por Selene Edith García Vargas (14 años)

 

Yo nunca he vivido el acoso, si lo he podido ver y meterme en la piel de otra persona. He visto como a compañeros/as míos/as del instituto les/las agredían, insultaban y les/las han maltratado psicológicamente: eres feo, das asco, guarra… e infinitas barbaridades.

De los agredidos he visto como del miedo para poder salir del instituto tenían que llamar a la policía, como han llorado, se han encerrado en el baño, como han tenido miedo de ir al instituto y como tenían que ir a buscarlas hasta sus propios abuelos. De los agresores he visto como insultaban, pegaban, escupían, gritaban, robaban, o rompían el material de la víctima…

Pienso que todo esto es una vergüenza y que tendrían que merecer algún castigo las personas que hacen estas cosas, ya que siempre se van de rositas después de todo el daño que hacen.

De los agredidos pienso, que no hay que ser buenas o malas personas para ser una víctima, eso no tiene nada que ver, veo que estas cosas pasan por que los agresores saben que su víctima es débil y ante estas situaciones casi siempre indefensa.

Y de los agresores, me da miedo de pensar que una persona al hacer este daño no sienta nada, ni un remordimiento, ni una muestra de pena, simplemente se ríen; es muy frívolo. También he leído que mucha gente que en la adolescencia es así después acaban siendo maltratadores o como en muchos casos vemos en la tele son asesinos; como explican, de pequeños tuvieron problemas en el colegio, en la calle, etc. (solo en algunos casos).

En mi opinión todas esta gente que agrede en el instituto insulta y intenta arruinar la vida de sus compañeros dejándoles en mal lugar, no vale mucho, es lo único que demuestran.

   

Afectividad: ¿por qué la necesitamos?

Por Marina López González (16 años)

 

Es un conjunto de emociones, estados de ánimo, sentimientos que impregnan los actos humanos a los que dan vida y color, incidiendo en el pensamiento, la conducta, la forma de relacionarnos, de disfrutar, de sufrir, sentir, amar, odiar e interaccionando íntimamente con la expresividad corporal. No asistimos a los acontecimientos de la vida de forma neutral, necesitamos de la afectividad para vivir, para desarrollarnos y para seguir adelante a pesar de los obstáculos que a veces nos pone el destino, porque aunque, por ejemplo, el día en el colegio no haya sido de lo más brillante, sabemos que encontraremos contención y olvido en casa cuando nos abracemos a ese ser querido que nos está esperando. La afectividad, entonces, es parte fundamental de la vida porque es la que en definitivas cuentas nos ayudará a ser mejores personas y a no sentirnos solos. Cuando este aspecto de nuestra vida no se encuentra en armonía, seguramente, nos costará mucho más crear vínculos con las personas y expresar nuestros sentimientos.

Existen una gran cantidad de símbolos de afecto aunque los más recurrentes y usados son los besos, las caricias, los abrazos y las sonrisas, entre otros.

El hecho de querer a los demás, si las relaciones que hemos establecido con ellos son francas, sanas y sinceras, nos hace sentirnos útiles, necesarios y satisfechos de nosotros mismos al desarrollar una importante capacidad de nuestra personalidad. Además, el cariño llena de sentido nuestra vida y contribuye, a veces de forma decisiva, a nuestro equilibrio psicológico. Por otro lado, el sentirnos queridos por los demás, especialmente durante la infancia, nos proporciona seguridad en nosotros mismos, nos sirve para reforzar algunos aspectos de nuestra personalidad, aumenta indirectamente la autoestima y nos ayuda a afrontar las dificultades que van surgiendo a lo largo de la vida, dentro de un clima de comunicación y adaptación social imprescindible para el desarrollo y maduración de la personalidad.

La afectividad nos ayuda a tener una autoestima que determinará la forma de enfrentar las situaciones de nuestra vida diaria, nos ayuda a dar sentido a lo que hacemos, a encauzar nuestros intereses, sobreponernos a dificultades y buscar espacios de realización dentro de la sociedad; por lo que contribuye a orientar la conducta hacia determinados objetivos influyendo en toda la personalidad.

Si carecemos de cierta afectividad se puede presentar falta de interés por los demás y caer en la desadaptación social, presentando conflictos y tener una autoestima inadecuada o puede conducir a la persona a graves desequilibrios y profundas perturbaciones en la personalidad.

 

 


Comunicaciones Orales y Posters 2013

Comunicaciones Orales y Posters 2013 nº2

  

COMUNICACIONES PRESENTADAS EN EL III CURSO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE MEDICINA DE LA ADOLESCENCIA (SEMA). SALUD INTEGRAL EN LA ADOLESCENCIA

 

 

Adolescente con diabetes: ¿Es siempre diabetes tipo 1?


Adolescentes con diabetes: ¿Es siempre diabetes tipo 1?

O. Rubio Cabezas
Servicio de Pediatría, Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Colaborador Clínico Docente, Departamento de Pediatría, Universidad Autónoma de Madrid.

 

Adolescere 2013; II (2): 111-119

 

La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en la adolescencia. En realidad, no se trata de una única enfermedad sino de un síndrome heterogéneo que incluye numerosas entidades clínicas etiopatogénicamente distintas, caracterizadas todas ellas por un dato analítico común, la hiperglucemia mantenida, responsable directo de gran parte de las complicaciones crónicas que los pacientes diabéticos pueden desarrollar con el tiempo.

En nuestro medio, la forma más frecuente de diabetes mellitus en adolescentes es la diabetes tipo 1, en la que uno o más factores ambientales desencadenan, en algunos sujetos genéticamente predispuestos, una reacción autoinmune contra las células β pancreáticas que acaba por destruirlas. Sin embargo, la identificación de otros tipos de diabetes es importante porque tiene implicaciones relevantes que afectan al mecanismo de producción de la enfermedad, a la forma de presentación clínica, a la manera de confirmar el diagnóstico, al tratamiento más adecuado, al pronóstico a largo plazo de la enfermedad o al riesgo de que los familiares próximos desarrollen la enfermedad. El diagnóstico específico de estas formas poco frecuentes de diabetes mellitus se ve facilitado en ocasiones por el hecho de que muchas de ellas se asocian con síndromes multiorgánicos característicos y frecuentemente preexistentes, ya que a menudo la hiperglucemia aparece de forma tardía, después de otras manifestaciones clínicas.

Diagnóstico de diabetes mellitus

Dado que la forma de presentación clínica de la diabetes no es única, han establecido una serie de criterios diagnósticos consensuados, tanto para el diagnóstico de diabetes mellitus como para el de otras alteraciones relacionadas del metabolismo hidrocarbonado, basados en la determinación directa de la glucemia (o, más recientemente, en su estimación indirecta a través de la HbA1c) y en la presencia de síntomas osmóticos característicos (poliuria, polidipsia y pérdida de peso, entre otros) (Tabla I).

En la práctica, la mayoría de los adolescentes con diabetes presentan síntomas característicos por lo que la glucemia al azar elevada suele ser la forma habitual de confirmar la sospecha diagnóstica. En estos casos, esperar al día siguiente para confirmar el diagnóstico es peligroso y no está justificado para evitar el desarrollo de cetoacidosis diabética. En ausencia de hiperglucemia sintomática franca o descompensación metabólica aguda, cualquiera de los criterios debe ser confirmado en un día diferente, preferiblemente con el mismo criterio, para minimizar descartar un error en la medición antes de poder establecer definitivamente el diagnóstico.

La realización de una prueba de tolerancia oral a la glucosa puede ser útil en determinadas circunstancias, como tras el hallazgo de hiperglucemia leve en un paciente sin síntomas osmóticos que consulta originalmente por otro motivo o en pacientes con glucemia basal normal que presenten una situación de alto riesgo para el desarrollo de diabetes. En esos casos, debe ser realizada tras ingerir una cantidad adecuada de hidratos de carbono (≥ 150 g por 1,73 m2 de superficie corporal) durante al menos 3 días, con objeto de reponer los depósitos hepáticos de glucógeno. Tras el ayuno nocturno, de al menos 8 horas de duración, el paciente debe ingerir lo más rápidamente posible el equivalente a 1,75 g de glucosa anhidra diluida en agua por kg de peso corporal hasta un máximo de 75 g. Una glucemia a las dos horas de la sobrecarga inferior a 140 mg/dL indica una tolerancia oral a la glucosa normal.

La tolerancia anormal a la glucosa o intolerancia a los hidratos de carbono (glucemia a las dos horas de la sobrecarga entre 140 y 199 mg/dL) y la glucemia basal alterada (entre 100 y 125 mg/dL) constituyen etapas intermedias en la historia natural de la diabetes mellitus. Ambas, junto a la HbA1c superior a 5,7% pero inferior a 6,5%, se incluyen bajo la denominación genérica de “prediabetes”, término que hace referencia al mayor riesgo para desarrollar diabetes que presentan estos pacientes, y pueden aparecer en las fases más iniciales de la enfermedad.

Todos los criterios diagnósticos se basan en la concentración de glucosa o HbA1c medidas en plasma venoso. Aunque recientemente se ha extendido el uso de los medidores portátiles de glucemia capilar o de HbA1c por su rapidez y facilidad de utilización, su uso como método de cribado para diagnosticar diabetes mellitus no es recomendable debido a su baja precisión. Por tanto, cualquier resultado anormal debe ser confirmado siempre mediante la determinación correspondiente en un laboratorio de bioquímica clínica.

Pese a la conveniencia práctica de la HbA1c, debida al hecho de que no es necesario estar en ayunas para cuantificarla, su utilización como criterio diagnóstico de diabetes no está exenta de problemas dado que parece tener una menor sensibilidad diagnóstica que la glucemia en determinados grupos de alto riesgo, como los adolescentes obesos. En este último caso, se ha sugerido que el hallazgo de una HbA1c superior a 5,7% podría ser considerado una indicación para llevar a cabo una sobrecarga oral de glucosa.

Subtipos de diabetes mellitus en adolescentes

Como ya se ha comentado, una vez diagnosticada la diabetes, es importarte clasificar adecuadamente a cada paciente en función del subtipo de la enfermedad que le afecta.

Diabetes tipo 1

Aunque supone alrededor del 10% de los casos de diabetes en la población general, es la forma de diabetes más frecuente en adolescentes, en los que se produce el mayor pico de incidencia. En última instancia, se debe a la destrucción de las células β pancreáticas productoras de insulina, por lo que los pacientes requieren tratamiento con inyecciones de insulina exógena para sobrevivir. Por ello, esta forma de diabetes se conocía hasta hace relativamente poco tiempo como diabetes insulino-dependiente. Dado que la mayoría de los casos se presentan en niños o adultos jóvenes, también se conocía como diabetes infanto-juvenil. Ambos términos están actualmente en desuso.

La diabetes tipo 1 produce manifestaciones clínicas tardíamente, cuando ya se han destruido la mayoría de las células β pancreáticas. En la gran mayoría de los casos, dicha destrucción está mediada por una reacción autoinmune de tipo celular frente a una o más proteínas de las células β (diabetes tipo 1A o autoinmune) y en el 90-95% de los pacientes es posible identificar unos o más autoanticuerpos dirigidos frente a distintos antígenos de las células β en el momento del diagnóstico, por lo que la determinación de anticuerpos se realiza de forma rutinaria para confirmar el diagnóstico de diabetes tipo 1A en la mayoría de los centros hospitalarios. Desde el punto de vista etiopatogénico, la diabetes tipo 1A es una enfermedad multifactorial, en cuyo desarrollo intervienen tanto factores genéticos predisponentes como factores ambientales desencadenantes. Hasta el momento, se han identificado más de 40 loci distintos asociados a la diabetes tipo 1, pero la mayoría de ellos contribuyen muy poco a la susceptibilidad genética a desarrollar la enfermedad, por lo que su genotipado sistemático no resulta útil desde el punto de vista clínico. Sólo uno de estos loci tiene cierta relevancia práctica: la región HLA de clase II del cromosoma 6p21.3, cuya variabilidad alélica es responsable aproximadamente del 50% del riesgo genético. La susceptibilidad a la diabetes asociada al HLA representa el efecto combinado de varios genes dentro de esta región. En individuos caucásicos, la diabetes tipo 1A se asocia fundamentalmente con los haplotipos DR3-DQ2 y DR4-DQ8. Por el contrario, los haplotipos que incluyen la variante DR2-DQ6 confieren protección frente al desarrollo de la enfermedad. La combinación DR3-DQ2/DR4-DQ8 se asocia con el mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 1. El hecho de que se encuentre en el 20–30% de los pacientes con diabetes tipo 1 y en casi el 50% de los casos diagnosticados en la primera infancia indica, además, que se asocia a una presentación temprana de la enfermedad. En general, el 95% de los pacientes con diabetes tipo 1A presentan un HLA de alto riesgo (DR3-DQ2 y/o DR4-DQ8), aunque estos mismos haplotipos se encuentran también en el 40-45% de la población sana. Por ello, la presencia de una HLA de alto riesgo no permite confirmar el diagnóstico de diabetes tipo 1A, pero su ausencia sí debe hacer dudar del mismo. Los desencadenantes ambientales que inician la destrucción de las células β en individuos genéticamente predispuestos siguen siendo en gran medida desconocidos, pero el proceso destructivo, representado por la infiltración linfocitaria de los islotes de Langerhans (insulitis), generalmente comienza meses o años antes de que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad.

Algunos pacientes presentan síntomas típicos de diabetes tipo 1, incluso cetoacidosis diabética, pero carecen de marcadores de autoinmunidad pancreática. Este subgrupo, denominado diabetes tipo 1B o idiopática, es mucho más raro que el anterior y se presenta sobre todo, aunque no exclusivamente, en individuos de origen africano o asiático. Engloba, a su vez, distintas formas de diabetes, entre las que se encuentran la llamada diabetes “flatbush”, en los que se alternan episodios de cetoacidosis diabética por deficiencia grave de insulina endógena con periodos de normalización espontánea de la glucemia durante los que el paciente no requiere ningún tipo de tratamiento, o la diabetes fulminante, en la que los pacientes presentan hiperglucemia grave y cetoacidosis diabética pocos días después de la aparición de los primeros síntomas osmóticos, con frecuencia precedidos de un cuadro pseudogripal, junto a niveles normales de HbA1c y elevados de enzimas pancreáticas (amilasa, lipasa) en el momento del diagnóstico. A diferencia de lo que ocurre en los pacientes con diabetes “flatbush”, la destrucción de células β es rápida y definitiva en la diabetes fulminante, por lo que característicamente los pacientes no presentan período de remisión parcial tras el inicio del tratamiento con insulina.

Se han publicado recomendaciones específicas, basadas en la presencia o ausencia de ciertas características clínicas o de laboratorio, para facilitar la identificación de los pacientes con poca probabilidad de padecer diabetes tipo 1 (Tabla II). Ninguna de dichas características es patognomónica y, por tanto, deben ser consideradas en conjunto más que de forma individual.

Diabetes tipo 2

Previamente conocida como diabetes no insulino-dependiente o diabetes del adulto, fisiopatológicamente se debe a la coexistencia de cierto grado de resistencia a la acción de la insulina y un defecto funcional en las células β pancreáticas que no permite compensar completamente la situación mediante un incremento de la secreción de insulina.

Aunque en ciertas poblaciones, la diabetes tipo 2 es al menos tan frecuente como la diabetes tipo 1 en adolescentes, los casos de este subtipo de diabetes siguen siendo excepcionales en nuestro medio y suelen aparecer en adolescentes pertenecientes a determinados grupos étnicos minoritarios, con obesidad de predominio troncular, datos clínicos y analíticos de síndrome metabólico (acantosis nigricans, ovario poliquístico, hipertrigliceridemia, hipertensión y esteatosis hepática) e historia familiar de diabetes. Hasta el 30% de los casos incidentes de diabetes tipo 2 pediátrica pueden presentar cetosis en el momento del diagnóstico y requerir tratamiento agudo con insulina, por lo que la presencia de cetosis no puede utilizarse como criterio de exclusión de este diagnóstico. Sin embargo, se han publicado una serie de hallazgos clínicos y analíticos que deben hacer sospechar del diagnóstico de diabetes tipo 2 (Tabla 3).

Aproximadamente un tercio de los adolescentes con aparente diabetes tipo 2 (inicialmente no insulino-dependiente) presentan autoanticuerpos contra las células β, sin que sea posible distinguirlos clínica o analíticamente de los pacientes con diabetes tipo 2 sin autoanticuerpos. Se ha propuesto para estos pacientes la denominación de diabetes LADY (Latent Autoimmune Diabetes of the Young), por analogía con la llamada diabetes LADA (Latent Autoimmune Diabetes of the Adult) que supone aproximadamente el 10% de los casos de diabetes no insulino-dependiente en adultos. Es posible que estos casos representen en realidad una forma lentamente progresiva de diabetes autoinmune en el contexto de la actual pandemia de obesidad. Por un lado, los adolescentes obesos están más expuestos a la determinación de la glucemia que los no obesos, especialmente porque la mayoría de las guías clínicas de obesidad infantojuvenil recomiendan realizar un despistaje selectivo de la diabetes tipo 2. Por otro, la obesidad disminuye la sensibilidad a la insulina, lo que favorece la aparición de hiperglucemia en caso de que exista ya un factor favorecedor, como la autoinmunidad pancreática. Todo ello puede llevar a una cierta confusión diagnóstica entre diabetes tipo 1 y diabetes tipo 2 en adolescentes obesos.

Diabetes monogénica

Las formas monogénicas de diabetes mellitus constituyen una pequeña proporción de los casos, aunque distintos estudios europeos sugieren que pueden ser tan frecuentes como la diabetes tipo 2 en adolescentes, especialmente la llamada diabetes MODY (Maturity-Onset Diabetes of the Young).

El término MODY hace referencia a un grupo heterogéneo de enfermedades caracterizadas por el desarrollo de hiperglucemia no cetósica antes de los 25-35 años de edad, en pacientes generalmente no obesos, que presentan abundantes antecedentes de diabetes en una sola rama familiar que sugiere un patrón de herencia autosómico dominante. Todas ellas son debidas a la presencia de una mutación en heterocigosis en un gen relevante para el desarrollo y/o la función de las células β pancreáticas. En función del gen responsable, la mayoría de los cuales codifican factores de transcripción, se han descrito varias formas clínico-genéticas distintas de MODY, de las que las más relevantes desde un punto de vista clínico son las siguientes:

Hiperglucemia leve familiar (MODY2). La enzima glucoquinasa se considera el sensor de glucosa de las células β ya que, debido a sus características cinéticas únicas, acopla continuamente la secreción de insulina a la glucemia. Las mutaciones en heterocigosis en el gen GCK causan hiperglucemia leve y asintomática (100-145 mg/dL) desde el nacimiento, que tiende a empeorar muy poco con el paso de los años y suele diagnosticarse de forma accidental al realizar un análisis de sangre por otro motivo. Los niveles de HbA1c suelen estar ligeramente elevados, típicamente entre 6 y 7%, pero casi nunca por encima de 7,5%. Debido a la ausencia de síntomas, con frecuencia el progenitor portador de la mutación desconoce que tiene la glucemia ligeramente elevada, por lo que es importante medir la glucemia de ambos padres siempre que se atienda a un adolescente con hiperglucemia encontrada casualmente. Esta forma de MODY, la más frecuente de todas, no se asocia con complicaciones vasculares crónicas y no requiere tratamiento.

Diabetes familiar autosómica dominante. Los pacientes con una mutación en HNF1A (MODY3) suelen presentar hiperglucemia sintomática entre la preadolescencia y los primeros años de la vida adulta, por lo que es muy frecuente que sean diagnosticados incorrectamente de diabetes tipo 1. Esta forma de MODY se debe sospechar en todo adolescente con diabetes sintomática pero no cetósica de reciente comienzo, que no presente anticuerpos típicos de diabetes tipo 1 y que tenga un progenitor diabético. Dado que la alteración de la secreción de insulina es progresiva, los pacientes suelen requerir tratamiento farmacológico y pueden desarrollar complicaciones crónicas de la diabetes. Los pacientes con mutaciones en HNF1A típicamente presentan un bajo umbral renal para la reabsorción de glucosa secundario a una alteración del transporte tubular renal de glucosa y algo más de la mitad de los adolescentes portadores de una mutación presentan glucosuria postprandial antes de desarrollar hiperglucemia. Un fenotipo muy similar, aunque mucho menos frecuente, presentan los pacientes con una mutación en HNF4A (MODY1), que se diferencian de los anteriores en que con frecuencia refieren el antecedente personal de macrosomía fetal con/sin hipoglucemia neonatal, ambas secundarias a un cuadro de hiperinsulinismo congénito transitorio que pudo requerir tratamiento con diazóxido temporalmente. Ambos grupos de pacientes son muy sensibles a las sulfonilureas que, a bajas dosis, constituyen el tratamiento de elección una vez la dieta sola no es capaz de controlar adecuadamente la hiperglucemia.

Quistes renales y diabetes. Aunque este síndrome, producido por mutaciones en heterocigosis en el gen HNF1B, se describió inicialmente como un subtipo de MODY (MODY5), su manifestación principal en la infancia no es el diabetes, sino las alteraciones del desarrollo renal, fundamentalmente la displasia renal quística. La gravedad de la afectación renal es muy variable, de modo que las pruebas de función renal son normales en algunos casos mientras que otros desarrollan insuficiencia renal terminal y requieren un trasplante, con frecuencia antes incluso de que la diabetes se manifieste. El síndrome puede incluir, además, malformaciones uterinas, hiperuricemia e hipertransaminasemia. A diferencia de las demás formas de MODY, muchas de las mutaciones en HNF1B aparecen de novo, por lo que la existencia de antecedentes familiares no es imprescindible para sospechar el diagnóstico. Los pacientes no suelen responder a sulfonilureas y necesitan tratamiento con insulina.

Otros tipos específicos de diabetes mellitus

Por último, no se debe olvidar que la diabetes puede aparecer en el contexto de otras muchas situaciones clínicas, ya sea formando parte del complejo sintomático de una determinada enfermedad, ya sea como consecuencia de algún tratamiento que predisponga a la misma.

La diabetes iatrogénica debe ser considerada en determinados contextos. Los pacientes con talasemia mayor tienen alto riesgo de desarrollar insulinorresistencia y diabetes, especialmente a partir de la pubertad, posiblemente relacionado con la sobrecarga de hierro secundaria a las múltiples transfusiones. Los trasplantes, tanto de órganos sólidos como de progenitores hematopoyéticos, se asocian con una mayor incidencia de diabetes, debido tanto a una disminución de la sensibilidad a la insulina (radiación, corticoides) como de la secreción (tacrolimus). La administración de corticoides a dosis elevadas por otros motivos (por ejemplo, en pacientes neuroquirúrgicos) también puede asociarse con alteraciones del metabolismo hidrocarbonado, que generalmente son transitorias y se controlan solo con medidas dietéticas. Los antipsicóticos atípicos (olanzapina, risperidona, quetiapina) inducen resistencia a la insulina, no siempre asociada con obesidad, y aumentan el riesgo de diabetes. Los inhibidores de la proteasa utilizados en el tratamiento de la infección por VIH inducen una lipodistrofia característica y síndrome metabólico que puede evolucionar a diabetes mellitus.

Diabetes relacionada con la fibrosis quística (DRFQ). La mejoría progresiva de la esperanza de vida de los pacientes con fibrosis quística hace que la frecuencia de la DRFQ sea cada vez mayor y que algunos pacientes puedan vivir lo suficiente como para desarrollar complicaciones crónicas de la diabetes. Las alteraciones del metabolismo hidrocarbonado en los pacientes con fibrosis quística evolucionan muy lentamente y no suelen asociarse con cetosis debido a que la secreción basal de insulina suele ser suficiente para inhibir la cetogénesis hepática. Los principales factores para el desarrollo de DRFQ son la insuficiencia pancreática exocrina, las infecciones pulmonares recurrentes, el tratamiento con corticoides y la administración de suplementos nutricionales. Aunque sea han descrito casos más precoces, la DRFQ suele presentarse a partir de la pubertad. Se debe principalmente a una deficiencia progresiva de insulina secundaria a la fibrosis pancreática, pero un cierto grado de resistencia a la misma, especialmente durante las exacerbaciones respiratorias agudas, puede hacer que la intolerancia a los hidratos de carbono sea inicialmente intermitente. El desarrollo de DRFQ se asocia con empeoramiento de la capacidad pulmonar y del estado nutricional (hasta el punto de que debe sospecharse esta forma de diabetes cuando cualquiera de los anteriores no responda al tratamiento antibiótico) y el tratamiento precoz con insulina puede revertir esta situación. Dado que muchos de los pacientes no presentan síntomas inicialmente, es necesario establecer medidas de detección selectiva en los programas de seguimiento habituales (sobrecarga oral de glucosa anualmente a partir de los 10 años). Por el momento, la insulina es el único fármaco recomendado para tratar la DRFQ. Inicialmente puede ser necesaria sólo durante las exacerbaciones agudas. La destrucción de las células a produce deficiencia de glucagón y el uso crónico de glucocorticoides puede originar insuficiencia suprarrenal, lo cual, junto a la malabsorción intestinal, determina que los pacientes con DRFQ tengan un mayor riesgo de hipoglucemia.

Los síndromes de insulinorresistencia grave son entidades clínicas poco frecuentes que incluyen las lipodistrofias y las alteraciones del receptor de la insulina. Las lipodistrofias son un conjunto enfermedades del tejido adiposo en las que existe una marcada resistencia a la acción de la insulina, secundaria a la falta de adipocitos y/o a los bajos niveles de adipoquinas circulantes. En la lipodistrofia parcial familiar, la pérdida de tejido adiposo subcutáneo se limita a las extremidades, los glúteos y la región baja del tronco. Además del fenotipo característico, los pacientes presentan datos clínicos y analíticos compatibles con un síndrome metabólico marcado. La diabetes se manifiesta en la adolescencia o en los primeros años de la vida adulta. Aproximadamente la mitad de los casos se deben a mutaciones en heterocigosis en LMNA o PPARG. La insulina y la metformina no son suficientes en la mayoría de los pacientes, pero la adición de tiazolidinedionas al tratamiento puede ofrecer un cierto beneficio. Las alteraciones del receptor de la insulina pueden dar lugar a distintos fenotipos bien caracterizados, entre ellos el síndrome de insulinorresistencia tipo A, que afecta a adolescentes, preferentemente de sexo femenino, delgadas y con insulinorresistencia grave, acantosis nigricans e hiperandrogenismo (que oscila desde hirsutismo leve a virilización franca). Las alteraciones del metabolismo hidrocarbonado son una de las manifestaciones más tardías del síndrome. Una forma clínica similar se ha descrito en pacientes con autoanticuerpos que bloquean el receptor de la insulina (síndrome de insulinorresistencia tipo B). Otros síndromes genéticos, como el síndrome de Alström y el de Bardet-Biedl, incluyen la obesidad precoz y la diabetes a partir de la adolescencia entre sus características típicas.

Conclusiones

La inmensa mayoría de los nuevos casos de diabetes mellitus en la adolescencia son diabetes tipo 1. El diagnóstico parece bastante sencillo cuando se está ante un paciente con afectación del estado general y cetosis. Sin embargo, cuando el diagnóstico se hace en un paciente asintomático es necesario considerar varios factores antes de catalogar la diabetes. Es fundamental hacer un diagnóstico certero de estos pacientes ya que el pronóstico, la actitud terapéutica, el impacto sobre el estilo de vida y la búsqueda de complicaciones difieren drásticamente entre los distintos subtipos de diabetes. Mientras la diabetes tipo 1 y la tipo 2 no tienen una prueba diagnóstica única, en la mayoría de los casos de diabetes monogénica el diagnóstico puede confirmarse mediante un estudio genético, pero por razones de eficiencia es importante seleccionar cuidadosamente a los candidatos utilizando los datos clínicos disponibles y el resultado de determinadas pruebas complementarias antes de solicitar el correspondiente estudio genético.

 

Tablas y figuras

Tabla I. Criterios diagnósticos de diabetes mellitus

1. HbA1C ≥ 6,5%.

Determinada por un método estandarizado frente al ensayo del estudio DCCT.*

O

2. Glucemia en ayunas ≥ 126 mg/dL.

Al menos 8 horas desde la última ingesta calórica.*

O

3. Glucemia a las 2 horas durante una SOG ≥ 200mg/dL.

Utilizando el equivalente a 1,75 g/kg (hasta un máximo de 75 g) de glucosa anhidra disuelta en agua.*

O

4. Glucemia ≥ 200mg/dL en cualquier momento del día.

En pacientes con síntomas clásicos de hiperglucemia o complicación aguda hiperglucémica.

* En ausencia de hiperglucemia franca, los criterios 1 a 3 deben ser confirmados antes de establecer el diagnóstico definitivamente.

SOG: Sobrecarga oral de glucosa.

Tabla II. Datos atípicos de diabetes tipo 1 en la adolescencia

1. Ausencia de autoanticuerpos, especialmente si han sido determinados en el momento del diagnóstico.

2. Ausencia de HLA de alto riesgo.

3. Buen control metabólico (HbA1c < 6,5%) más de 3-5 años después del diagnóstico, con necesidades de insulina inferiores a 0,5 UI/kg/día y péptido C detectable (>0,5 ng/mL) en presencia de hiperglucemia franca (>140 mg/dL).

4. Ausencia de cetonuria durante las enfermedades intercurrentes, una vez finalizado el período de remisión parcial (“luna de miel”).

5. Numerosos antecedentes familiares de diabetes no autoinmune o historia familiar de diabetes de cualquier tipo en uno de los progenitores.

6. Presencia de alteraciones auditivas, visuales o renales.

Tabla III. Datos atípicos de diabetes tipo 2 en la infancia

1. Ausencia de obesidad grave y/o acantosis nigricans u otros marcadores de síndrome metabólico.

2. Numerosos antecedentes familiares de diabetes sin obesidad.

3. Pertenencia a grupo étnico con prevalencia relativamente baja de diabetes tipo 2 (ej: caucásicos).

4. Ausencia de insulinorresistencia (insulina y/o péptido C basales normales).

5. Presencia de autoanticuerpos contra las células beta pancreáticas.

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Problemas de salud mental en la adolescencia


Problemas de salud mental en la adolescencia

M. Faya Barrios
Alcindor (Huelva)Servicio de Psiquiatría. Hospital Infantil Universitario Niño Jesús. Madrid

 

Adolescere 2013; II (2): 102-110

 

La adolescencia constituye una etapa singular en el contexto del ciclo vital humano y sólo puede entenderse en conexión con la infancia anterior y con la edad adulta como proyecto de futuro. En la adolescencia hay una serie de tareas a cumplir como son tener que adaptarse a los cambios corporales, afrontar el desarrollo sexual, establecer y confirmar el sentido de identidad, sintetizar la personalidad, independizarse y emanciparse de la familia así como adquirir un sistema de valores respetuoso con los derechos propios y ajenos.

Toda esta ardua tarea a realizar en este período evolutivo de la adolescencia, se complica, y de qué forma, cuando estamos ante adolescentes con patología mental.

En este artículo intentaremos abordar, de forma somera, los trastornos mentales más frecuentes entre los adolescentes y que son motivos frecuentes de demanda atencional en Atención Primaria.

Trastornos de la conducta alimentaria

Los Trastornos de Conducta Alimentaria (Anorexia nerviosa, Bulimia Nerviosa y Cuadros afines) son un importante problema de salud pública. Su alta incidencia, las características de la población a la que afecta, su larga evolución junto a la repercusiones biológicas,psicológicas, familiares y sociales, le confieren a esta patología una importante relevancia socio-sanitaria.

Son patologías mentales con alteraciones físicas severas, derivadas de la desnutrición o de las conductas compensatorias existentes que pueden poner en riesgo vital al paciente.

Los pacientes (mayoritariamente de sexo femenino, el 90% frente al 10% en varones) con Trastornos de la Conducta Alimentaria tienen en común la dificultad para aceptarse y alcanzar su maduración. La insatisfacción corporal les caracteriza, así como el temor a perder el control sobre la alimentación y, por ende, de sus vidas.

Es un cuadro relativamente fácil de diagnosticar, ya que su sintomatología es explícita y no necesita de complicadas exploraciones complementarias, sin embargo dado su carácter insidioso, la nula conciencia de enfermedad por parte de las pacientes, las creencias familiares al respecto, asociado a la pretensión de adelgazar, hace que se pierda un tiempo precioso, y que lleguen a las Unidades de Hospitalización con cuadros de desnutrición severa y complicaciones médicas secundarias a éstas, que ponen en peligro la vida de los pacientes. Es de suma importancia un diagnóstico precoz.

Definición y clasificación de los TCA

Siguiendo las actuales clasificaciones de la OMS (CIE-10) y el Manual de la Asociación Psiquiátrica Americana (DSMIV – TR) que proponen criterios diagnósticos los Trastornos de la Conducta Alimentaria en:

ANOREXIA NERVIOSA (subtipo restrictivo y purgativo).

BULIMIA NERVIOSA (subtipo purgativo y no purgativo).

TCANE (Trastornos del Comportamiento Alimentario No Especificado).

Se define la Anorexia Nerviosa como un deseo irrefrenable por estar delgado acompañado de prácticas para conseguirlo: dieta restrictiva estricta y/o conductas purgativas (vómitos auto-inducidos, uso/abuso de laxantes o diuréticos…). Presentan, a pesar de la delgadez, un intenso temor a ser obesas, asociado con una distorsión de su imagen corporal. La dieta, la figura y el peso se convierten en eje de su vida, llevando a cabo además de la evitación hacia las comidas, acciones compensatorias (ejercicio físico extremo, purgas…).

Criterios diagnósticos

Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo considerado normal.

Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo considerado normal.

Alteración de la imagen corporal.

Presencia de amenorrea (al menos tres ciclos consecutivos).

Tipo restrictivo: durante el episodio de AN, el individuo no recurre regularmente a atracones o a purgas (p. ej., provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).

Tipo purgativo: durante el episodio de AN, el individuo recurre regularmente atracones o purgas (p. ej., provocación del vómito o uso.

Se define la Bulimia Nerviosa como aquel TCA que se caracteriza por la presencia de atracones (ingesta voraz e incontrolada) seguidos de vómitos auto-inducidos u otras maniobras de purgas e hiperactividad física. Comparte con la anorexia el miedo extremo a ganar peso. Suele ser un trastorno que se vive con gran secretismo y ocultismo, pudiendo pasar desapercibido. Es importante destacar que en la bulimia nerviosa no se producen necesariamente alteraciones de peso, pudiéndose presentar con normopeso, sobrepeso u obesidad.

Criterios diagnósticos

Presencia de atracones recurrentes.

Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida con el fin de no ganar peso, como son provocación del vómito, uso excesivo de laxantes, diuréticos y enemas u otros fármacos.

Los atracones y las conductas inapropiadas tienen lugar como promedio, al menos dos veces a la semana durante un período de tres meses.

Respecto a los Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados, suelen ser cuadros de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa incompletos, bien porque estén en su inicio o en vías de resolución. Se cumplen todos los criterios diagnósticos para la anorexia nerviosa, excepto que las menstruaciones son regulares y el peso está dentro de los límites de la normalidad. En la bulimia nerviosa, se cumplen todos los criterios excepto los atracones y las conductas compensatorias ocurren con una frecuencia menos de dos veces por semana o durante menos de tres meses.

El acceso natural de los pacientes con Trastornos de Conducta Alimentaria al sistema sanitario se realiza a través de los Equipos de Atención Primaria, siendo el pediatra el que reciba al paciente en primer lugar y captará los primeros síntomas de la enfermedad. Los motivos de consulta en Atención Primaria pueden ser de lo más variado, desde estreñimiento, dolor abdominal inespecífico, mareos, lipotimias, astenia…a psicopatología del tipo nerviosismo, insomnio, depresión…o bien en relación a conflictiva familiar o relacional.

Para que no pasen desapercibidos estos cuadros, y siendo conscientes de la gran demanda asistencial existente, proponemos, como ya sabemos que se realiza en algunos centros, que en la elaboración de la historia clínica, además del motivo de consulta y la enfermedad actual, incluir de forma rutinaria un interrogatorio sencillo acerca de datos somáticos en los que estén presentes la historia ponderal (curvas de peso y evolución) y la menstrual, los antecedentes de alergia o las intolerancias a determinados alimentos, para pasar a realizar dos preguntas como primer despistaje: ¿Piensas que puedes tener algún problema relacionado con la alimentación? ¿Te parece que te preocupas demasiado por tu peso?.

Lo anterior junto a una exploración física rutinaria: observación de la piel (si existen signos de deshidratación, si extremidades frías…), exploración cardio-pulmonar ….. al tiempo que pediremos variables fisiológicas: peso, talla, IMC, así como las constantes vitales: Temperatura, Tensión Arterial y Frecuencia cardíaca; para terminar solicitaremos una analítica básica: hematología, bioquímica…

Con los datos anteriores si nos encontramos con un paciente con pérdida de peso, demandante de dietas de adelgazamiento sin causa justificada, signos de ansiedad ante la comida, preocupación excesiva por la figura y el peso, hiperactividad, ejercicio exagerado…que no se acepta como es, que presenta sumisión a estereotipos de la moda…ante esto debemos buscar marcadores biológicos incipientes y realizar una historia clínica más en profundidad.

Las poblaciones de riesgo a evaluar especialmente son las siguientes: pacientes con IMC bajo <18 (no en BN), pacientes que consultan sobre dietas sin sobrepeso, mujeres con amenorrea secundaria, pacientes con síntomas gastrointestinales inespecíficos, niños con retraso en el crecimiento, diabéticos con poca adherencia al tratamiento, grupos de riesgo (bailarinas, atletas, modelos…). En estos casos realizaremos historia clínica completa en la incluyamos tiempo de evolución, hábitos alimentarios, exploración física, exploraciones complementarias, diagnóstico diferencial con patologías médicas y psiquiátricas, buscaremos complicaciones médicas existentes, exploraremos si existe conciencia de enfermedad y si existe apoyo familiar y social.

Respecto a las exploraciones valoraremos especialmente el estado nutricional (peso, talla, IMC, constantes vitales, grado de deshidratación) y las derivadas de las conductas compensatorias (hipertrofia de las parótidas, signo de Russell) así como de las complicaciones.

Entre los cuestionarios con mayor especificidad y sensibilidad para la detección de TCA en atención primaria, destacar el SCOOF; 2 respuestas positivas (2 puntos) es el punto de corte en la versión española; 97,7 de sensibilidad y 94,4 de especificidad para detección de TCA en atención primaria, tanto Anorexia Nerviosa, Bulimia Nerviosa como Trastornos del Comportamiento Alimentario No especificado. Consiste en cinco preguntas: ¿te provocas el vómito porque te sientes incómodamente llena?, ¿te preocupa por haber perdido el control sobre la comida?, ¿has perdido recientemente más de seis kg en tres meses?, ¿te consideras “gorda” y los demás te dicen que estás delgada?, ¿crees que la comida domina tu vida?.

Diagnóstico diferencial

Respecto la patología médica más frecuente para realizar el diagnóstico diferencial con los TCA destacaríamos, en relación a la anorexia nerviosa, entre otros, la pancreatitis, la diabetes mellitas, la enfermedad celíaca, el hipertiroidismo y los tumores del SNC. En el diagnóstico diferencial con la Bulimia Nerviosa debemos señalar los siguientes cuadros: Hipotiroidismo, Lesiones Hipotalámicas, Síndrome de Kleine Levin y de Kluver–Bucy.

Respecto a las patologías psiquiátricas más frecuentes para realizar el diagnóstico diferencial con los T.C.A. tendríamos las siguientes, teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones son cuadros comórbidos: el trastorno depresivo mayor, el obsesivo compulsivo, el dismorfofóbico, el paranoide y el somatomorfo.

¿Cuándo y dónde derivar?

Una vez evaluado el caso, realizado el diagnóstico y según la gravedad que se determinará por el grado de deterioro nutricional junto a la presencia de complicaciones tanto médicas como psiquiátricas, corresponde también al profesional de Atención Primaria decidir el contexto del tratamiento dónde se llevará a cabo.

– Atención primaria (+ nutricionista + profesional salud mental), para casos leves-moderados.

– Programa de TCA en CSM + revisión médica; cuando los síntomas mentales son muy prominentes y hay comorbilidad psiquiátrica

– Unidad especializada (+ continuar seguimiento caso) para los casos graves que precisan tratamiento intensivo.

La derivación a Hospitalización urgente se llevará a cabo en los siguientes casos: pérdida de más del 50% de peso en 6 meses, alteración de la conciencia, convulsiones, deshidratación, alteraciones hepáticas o renales severas, pancreatitis, K+ <3Meq/ l, Na+ <145 o < 130, bradicardia < 40 lpm o arritmia grave, síncope o TAS<80, hemorragia digestiva alta: hematemesis, rectorragia y dilatación gástrica aguda.

La derivación para valoración psiquiátrica urgente se hará en aquellos casos de negativa a la ingesta, depresión grave con riesgo autolítico y conductas autolesivas importantes.

Los trastornos de ansiedad

La ansiedad es una emoción básica de inquietud y sobresalto y constituye una reacción adaptativa ante una situación de peligro, estrés, o amenaza. Cuando la reacción es excesiva y/o carece de eficacia adaptativa se habla de trastorno de ansiedad. Son los trastornos más comunes en la población pediátrica española con una prevalencia entre 5%-18%. La edad más frecuente de comienzo es entre los 7 y los 12 años. Entre los Trastornos de Ansiedad destacaremos la Ansiedad de Separación, la Ansiedad Generalizada y la Fobia Social. En la infancia tardía y adolescencia el más frecuente es el T. Angustia Generalizada.

La Ansiedad de separación es común en la infancia temprana; si es excesiva, persistente o aparece tardíamente se considera un trastorno. Se podría definir como un miedo inapropiado (preocupación excesiva sobre la seguridad y salud) frente a la separación de las figuras de apego, (padres, abuelos, hermanos…) o cuando están solos; con los concomitantes síntomas cognitivos y somáticos, llegando algunas veces a reaccionar con agresión verbal o física lo que lleva a errores de interpretación, ya que pueden ser diagnosticados como oposicionistas. Este trastorno se manifiesta por los siguientes síntomas: preocupación excesiva porque algo malo le va a pasar a algún familiar o a él mismo, pesadillas sobre temas de separación, síntomas somáticos y miedo a quedarse sólo (incluye dormir sólo).

El diagnóstico se basa en que los síntomas mencionados: deben durar al menos un mes, aparecer antes de los 18 años, causar problemas en el funcionamiento del adolescente y no estar provocado por otros trastornos psiquiátricos.

En el Trastorno de ansiedad generalizada aparece una preocupación excesiva, crónica en numerosas áreas como familiar, social y académica. Se preocupan excesivamente sobre hechos o acciones del pasado, del presente o del futuro: necesitan asegurarse de que hacen todo bien y preguntan constantemente a familiares, profesores y amigos sobre su funcionamiento. Les resulta muy difícil controlar sus preocupaciones, y a menudo presentan irritabilidad, fatiga, tensión muscular, agitación, dificultad para concentrarse e insomnio (diagnóstico diferencial con la depresión).

Para diagnosticar ansiedad generalizada los síntomas tienen que haber estado presente al menos durante 6 meses, haber provocado problemas con el funcionamiento del niño o adolescente, no ser secundario a otro trastorno psiquiátrico o médico (hipertiroidismo…) y no ser causado por el abuso de drogas o el alcohol.

La Fobia social supone el miedo irracional a estar en encuentros sociales o a realizar algo embarazoso en lugares públicos. Los miedos y la timidez son formas de respuesta habitual en los niños. La sociabilidad y la timidez son características propias de la personalidad que son detectables a una edad temprana y se mantienen estables durante todo el desarrollo. La fobia social se podría definir como la ansiedad persistente y excesiva ante situaciones sociales en que el niño/adolescente se expone a la crítica ante desconocidos, provocando en éste un retraimiento y/o miedo frente a esas situaciones. El mutismo selectivo entraría en esta categoría (fallo a hablar en situaciones sociales, escuela, y no así en la casa), como un subtipo de fobia social. En la infancia tardía y adolescencia el más frecuente es el T. Angustia Generalizada.

Comorbilidad

La comorbilidad es elevada (1/3 reúne los criterios para al menos 2 o más subtipos de trastornos ansiosos). Se presentan como parte de una amplia gama de otros síntomas y rasgos desadaptativos que incluyen la timidez, el retraimiento social, la falta de confianza en sí mismos, la disforia y la hipersensibilidad. Los trastornos de ansiedad y depresión en adolescencia aumentan 2 a 3 veces el riesgo de padecer estos trastornos en la edad adulta. La comorbilidad con depresión es alta, con tasas que van desde un 28% hasta un 69%. Los patrones de comorbilidad ayudan a elegir un tratamiento específico.

Tratamiento

El tratamiento de los trastornos de ansiedad debería comenzar por psicoterapia. Las razones que justifican la combinación de psicoterapia con fármacos son: la necesidad de una remisión inmediata de la ansiedad moderada o grave y la existencia de un trastorno concurrente. La combinación de TCC y psicofármacos puede conseguir una mayor respuesta. La psicoterapia cognitivo conductual es la que más evidencia empírica ha obtenido para el tratamiento de trastornos de ansiedad en jóvenes. Respecto a los psicofármacos la elección debe basarse en la forma de presentación del cuadro clínico (por ejemplo, si presenta comorbilidad, se prefiere el uso de un fármaco específico que pudiera beneficiar a ambas).

Los fármacos más utilizados en la práctica médica habitual son: los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), la eficacia y seguridad a corto plazo de los ISRS en niños y adolescentes con trastornos de ansiedad, los perfila como los fármacos de primera elección.

Trastornos depresivos

En adolescentes, el estado anímico depresivo es común, debido al proceso normal de maduración, al estrés asociado con éste, a la influencia de las hormonas sexuales y a los conflictos de independencia con los padres. A menudo es difícil diagnosticar la verdadera depresión en adolescentes, debido a que su comportamiento normal se caracteriza por altibajos en el estado anímico. Estos estados de ánimo pueden alternar en períodos de horas o días, sin embargo los adolescentes que presentan baja autoestima, que son muy autocríticos o que perciben poco sentido de control sobre los eventos negativos presentan un riesgo particular de deprimirse cuando experimentan eventos estresantes. Son patologías frecuentes que, en muchas ocasiones, producen importantes alteraciones en el desarrollo psicoemocional del adolescente, fracaso escolar, aislamiento social, complicaciones somáticas y que incluso pueden derivar hacia la cronicidad y ser una de las causas importante de suicidio en la adolescencia.

En adolescentes los síntomas depresivos son más parecidos a los de los adultos, tendencia a la recurrencia, humor fluctuante, abandono de actividades que antes le divertían… aunque con algunas particularidades en lo que se refiere a sus manifestaciones, como una gran irritabilidad o síntomas conductuales asociados.

Estos síntomas los podemos dividir en síntomas de tipo afectivos (tristeza, irritabilidad, anhedonia, apatía …) físicos (astenia, alteración del apetito y del sueño, molestias físicas inespecíficas…) y cognitivos (disminución de la capacidad de concentración, fallos de memoria, baja autoestima, pensamientos obsesivos negativos …)

Cuando hablamos de problemas depresivos en la adolescencia hacemos referencia a un grupo de patologías que tienen como elemento central la sintomatología depresiva, entre ellos podemos destacar:

Trastornos Adaptativos: Tr. Adaptativo con ánimo depresivo

Trastornos del Ánimo:

o Episodio Depresivo Mayor

o Distimia

o Trastorno Bipolar (Maníaco-Depresivo)

En el Episodio Depresivo Mayor, el adolescente presenta al menos cinco síntomas en forma simultánea, todos los días y la mayor parte del día, con una duración, al menos de dos semanas. Este cuadro produce un malestar clínicamente significativo con deterioro en las áreas de funcionamiento social, escolar y familiar. Según el número de síntomas y el grado de deterioro se puede clasificar en leve, moderada y grave.

El diagnóstico de Trastorno Adaptativo con ánimo depresivo, se plantea cuando existe sintomatología depresiva pero sin la magnitud ni la duración suficiente para hacer el diagnostico de Depresión Mayor.

En la Distimia el adolescente debe presentar un estado de ánimo deprimido o irritable persistente que esté presente la mayor parte del día, la mayoría de los días, durante al menos un año. Los síntomas deben provocar un malestar clínicamente importante o un deterioro en el funcionamiento. Durante el primer año no debe existir trastorno depresivo mayor. Después del primer año se pueden superponer episodios depresivos mayores al trastorno distímico.

En el Trastorno Bipolar TB (Maníaco-Depresivo) se alternan episodios de manía o hipomanía en los que predomina un humor eufórico o irritable, con otros episodios de depresión en los que predomina el humor triste e irritable. Aunque estudios recientes indican que niños y adolescentes pueden sufrir TB, es aún controvertido, sobre todo en menores de 13 años. En ocasiones es difícil realizar el diagnóstico diferencial entre depresión mayor y bipolar, durante un primer episodio depresivo. Algunas características pueden sugerir bipolaridad como antecedentes en la familia, e historia de manía o hipomanía secundaria a antidepresivos. Señalar que tanto un episodio depresivo mayor como un episodio maníaco, pueden presentar síntomas psicóticos, y estos pueden ser congruentes o no con el estado de ánimo.

Comorbilidad. Las comorbilidades son frecuentes en adolescentes con Trastornos Afectivos, Entre estas comorbilidades destacar los Trastornos de ansiedad (40%); los Trastornos de conducta (30%) o los Déficits de atención con hiperactividad ([ADHD] 30%).

Tratamiento

El plan terapéutico debe ser individualizado e implica múltiples niveles como psicoterapia individual, terapia familiar, intervenciones psicoeducacionales, apoyo psicosocial y tratamiento farmacológico. Respecto al tratamiento farmacológico, los fármacos más usados son los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina ISRS, por su eficacia y seguridad.

Derivación

Los Trastornos Afectivos en los adolescentes se derivarán de forma preferente a su Centro de Salud Mental de referencia, salvo que se objetive riesgo vital (ideación autolítica…) que se derivará a las Urgencias Hospitalarias.

Trastornos de conducta

Los problemas de conducta están entre los trastornos más frecuentes en las consultas de salud mental infanto-juvenil. Además del sistema sanitario, generalmente los sistemas legal y educativo están implicados en el tratamiento de estos trastornos. El trastorno disocial provoca deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral.

Clínica

La esencia de los trastornos de conducta es un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad, manifestándose por la presencia de tres (o más) de los siguientes criterios durante los últimos 12 meses y por lo menos de un criterio durante los últimos 6 meses:

Agresión a personas y animales: amenaza o intimida a otros, inicia peleas físicas, ha utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras personas, (ha manifestado crueldad física con personas o con animales, ha robado enfrentándose a la víctima, o ha forzado a alguien a una actividad sexual.

Destrucción de la propiedad: ha provocado deliberadamente incendios con la intención de causar daños graves o bien ha destruido deliberadamente propiedades de otras personas.

Fraudulencia o robo: ha violentado el hogar, la casa o el automóvil de otra persona, a menudo miente para obtener bienes o favores o para evitar obligaciones, ha robado objetos de cierto valor sin enfrentamiento con la víctima.

Violaciones graves a las normas a menudo permanece fuera de casa de noche o se ha escapado de casa durante la noche, al menos dos veces (a pesar de las prohibiciones paternas).

Evaluación

Se aconseja que se obtenga información de varias personas que conozcan al paciente en distintos ámbitos. Los más habituales son los padres y los profesores. En la familia se debe valorar el estilo educativo (disciplina errática, hostilidad, escaso cariño, pobre supervisión, desacuerdo parental). Obtener información acerca del funcionamiento en el medio escolar es de gran importancia para evaluar su conducta en otros ámbitos, además de su rendimiento, las estrategias de ayuda, las relaciones sociales (de especial importancia el grupo de pares), y la implicación de los padres. Debe tenerse asimismo en cuenta el medio social en el que está inmerso el adolescente y su familia.

Comorbilidad

Los trastornos comórbidos más frecuentes con los problemas de conducta son los siguientes: TDAH (30%-50%), depresión (15%-20%), trastornos de ansiedad (15%-20%), trastornos orgánicos, trastornos del aprendizaje y abuso de tóxicos.

Diagnóstico diferencial

Los principales diagnósticos a tener en cuenta son: el TDAH, las reacciones de ajuste a estresor con/sin trastorno post-traumático, trastornos afectivos, trastorno de personalidad antisocial y desviación cultural.

Tratamiento

El tratamiento debe ser multidisciplinar, que incluya a la familia, el colegio, servicios sociales y salud mental. Es necesario que el abordaje terapéutico tenga en cuenta tipo de sintomatología, características individuales, socio-familiares, gravedad y riesgos asociados. La intervención psicológica más indicada en el adolescente es la terapia conductual-cognitiva. La familia debe ser entrenada en el manejo de las conductas anómalas. Una buena alianza terapéutica es fundamental para la implicación de ésta en el abordaje. Los psicofármacos tienen un papel limitado en el tratamiento de los trastornos de conducta, excepto cuando está asociado con problemas de atención e hiperactividad. En estos casos, se recomienda el uso de metilfenidato. El trastorno afectivo comórbido justifica el uso de antidepresivos (ISRS, como la fluoxetina), pero puede no disminuir los síntomas del trastorno de conducta. Para la impulsividad y la agresividad, se puede prescribir antipsicóticos atípicos (risperidona) y reguladores del ánimo (litio, valproato y oxcarbazepina).

 

Bibliografía

1. Valdivia M. Manual de Psiquiatría Infanto-Juvenil. Guía para pediatras y médicos generales. Ed.Mediterráneo 2002.

2. Manual de Psiquiatría del Niño y Adolescente. AEPNYA. Ed Panamericana 2010.

3. Protocolos Clínicos en Psiquiatría Infanto- Juvenil. AEPNYA. Ed Siglo 2010.

4. En torno a la Psiquiatría de la Infancia y Adolescencia. Ed Travesías 2012.

5. Rutter´s Child and Adolescent Psychiatry.Fith edition. Ed Blackwell 2012.

6. Wiener J. Tratado de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia.Ed Masson 2006.

 


Anticoncepción en la adolescencia: más allá de la mera prescripción


Anticoncepción en la adolescencia: más allá de la mera prescripción

C. Martin-Perpiñan
Ginecóloga.CAP Fuencarral. SERMAS. Madrid.

 

Adolescere 2013; II (2): 97-101

 

Para abordar y atender la anticoncepción en la adolescencia quizás sería necesaria, previamente, alguna reflexión sobre la sexualidad adolescente.

La adolescencia es una etapa evolutiva en el desarrollo de los seres humanos que va configurando al adulto que será más adelante; como toda etapa transitoria es compleja y desigual en cada individuo, en cada chico o chica. Cada uno de ellos/ellas tendrá una vivencia, unas experiencias y una información diferente que determinará su conducta sexual. No olvidemos que los adolescentes tienen sexo, son seres sexuados, tienen sexualidad y curiosidad ante el hecho sexual.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como “La integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor” (1).

Sin embargo el modelo sexual predominante en nuestro medio no proviene de este concepto: La idea predominante en nuestra sociedad y que les ofrecemos a nuestros jóvenes, es la de una sexualidad casi exclusivamente centrada en el coito, la actividad sexual coital como la única legítima. Esta es una práctica sexual centrada en la reproducción y no en el placer.

Al hacer del coito el objetivo único de la sexualidad nos olvidamos de la sensualidad, el disfrute del cuerpo, acariciarse, tener intimidad física con el otro, sentirlo cerca; tampoco debemos olvidar que otras prácticas sexuales pueden ofrecer igual o mejor sensación de bienestar y satisfacción. Además, el coito es la práctica que puede entrañar más riesgos en cuanto a embarazo y transmisión de infecciones.

Lo que nuestros adolescentes perciben en el entorno en el que están (estamos todos) es que la sexualidad está presente en todas partes, lo impregna todo: anuncios, revistas, cine, conversaciones de adultos. En este contexto su sexualidad despierta y desean saber qué es y cómo es eso del sexo; y siguiendo el modelo predominante, desean practicas coitales.

Por otra parte, los adultos no acabamos de admitir y aceptar la sexualidad de los adolescentes: no les facilitamos información apropiada del hecho sexual, no respondemos con claridad a sus demandas, no existen centros ni consultas adecuadas para ellos, les resulta difícil tener acceso a los anticonceptivos, no encuentran a quien preguntar sus dudas acerca de su sexualidad.

Y como colofón, en la educación sexual que se les ofrece transmitimos muchas veces que la sexualidad es peligro: embarazo no deseado, “enfermedades venéreas” (ITS), etc. Este mensaje aumentará sus dudas y temores.

Generalmente nuestros adolescentes están mal informados acerca de la sexualidad, ya que, generalmente, sus fuentes de información provienen de amigos o compañeros de su misma edad o de páginas de Internet de dudosa profesionalidad. Tengamos en cuenta además, que tienen grandes dificultades para comunicarse con los adultos en estos temas (padres, profesores, médicos). En resumen, tienen difícil acceder a una información adecuada, veraz y comprensiva.

Sería preciso que, al menos profesionales sanitarios y profesorado, hagamos una reflexión sobre el modelo de sexualidad que transmitimos y procuremos actualizarlo en la dirección que nos ha indicado la OMS desde hace ya mucho tiempo.

Aceptar la sexualidad adolescente

Si aceptamos la sexualidad de los adolescentes debemos actuar en consecuencia.

Desde las consultas médicas (pediatría, medicina de familia o ginecología) podemos empezar a ofrecer una idea positiva de la sexualidad en la línea que define la OMS, es decir, como un elemento enriquecedor, una forma de comunicar, una fuente de placer, una miscelánea de emociones y sensaciones, que deben aprender a gestionar.

La edad en la que los jóvenes inician relaciones sexuales coitales en España ha ido disminuyendo en los últimos años y por ello deberíamos atender a los adolescentes para ayudarles a efectuar elecciones saludables en las cuestiones relacionadas con su sexualidad: desde la orientación en las dificultades con su sexualidad, información de anticoncepción, riesgos y también beneficios de los diversos métodos anticonceptivos. Teniendo en cuenta sus necesidades es más factible poder ayudarlos y apoyarlos; aumentando su autonomía les ayudamos a crecer, a ser capaces de tomar sus propias decisiones.

Se debe informar a los adolescentes con veracidad y garantizar la confidencialidad respecto a sus familiares; y todas estas cosas llevadas a cabo, de forma ideal, en un contexto apropiado, en consultas y/o espacios adecuados para ellos en cuanto a horarios, personal sanitario receptivo e incluso locales donde no se encuentran con los adultos de su familia o su entorno.

La información y la prescripción de un anticonceptivo tienen que ser adaptadas a las características y evolución de cada joven, y responder a sus demandas. Generalmente las relaciones de pareja en la etapa adolescente no suelen ser muy frecuentes ni muy duraderas, lo que se debe tener en cuenta cuando aconsejamos e indicamos la anticoncepción.

Considerando algunos métodos anticonceptivos

La edad no es un obstáculo para la utilización de un anticonceptivo hormonal o de otro tipo, sino la indicación acerca de las prácticas coitales o no de un adolescente, su frecuencia y su historial clínico.

El preservativo

Según se señalaba más arriba, para el carácter ocasional que suelen tener las relaciones sexuales en la adolescencia, el método de elección sería el preservativo; pero, aunque es el más utilizado entre los jóvenes, según algunos estudios (2), este método presenta algunos obstáculos en su uso, por lo que no se utiliza tanto como sería deseable.

Generalmente el precio de los preservativos es caro para la economía del joven, lo que hace difícil poder comprarlo. También hay que considerar las dificultades de jóvenes inseguros/as a la hora de adquirirlos: el temor a ser recriminados por el farmacéutico si va a la farmacia o el que alguien de su entorno, vecinos o familiares, les vea comprarlos en el supermercado. No pensemos sólo en grandes ciudades como Madrid; también hay adolescentes en ciudades pequeñas y pueblos donde la obtención de preservativos puede convertirse en una peripecia desconcertante.

Además, el uso de este método requiere un cierto aprendizaje y una cierta práctica para desarrollar habilidades, que muchas veces no tienen, ni saben dónde y cómo obtener.

Existen también entre ellos (y entre muchos adultos) prejuicios y falsas creencias acerca de este método lo que supone que obstáculos para que lo utilicen: que se “siente” menos, que si “no te fías de mi”, que “el verdadero amor es sin nada entre nosotros”. Los chicos no quieren usarlo y las chicas no tienen todavía habilidades para negociar adecuadamente el uso del condón.

Según la encuesta Daphne 2011(2), realizada a mas de 2.000 mujeres en edad fértil en 2011, jóvenes y adultos utilizan preservativos de forma inconsistente, es decir a veces sí y a veces no; cuando es no, están expuestos a riesgos de embarazo no deseado e ITS. Las razones para no utilizarlo, según este estudio son, en el 50,3% de los casos lo imprevisto de la relación y en el 35,8% por “no interrumpir la relación”.

En algunos casos me han comentado las chicas su temor a que las abandone la pareja y se vaya con otra si no acceden a tener sexo sin preservativo, bien porque así se la ha dicho el chico o porque su inseguridad, lógica, las hace tener este tipo de temores.

En fin que todo este cúmulo de cosas hace que el preservativo no se utilice adecuadamente y que todavía tengamos un porcentaje de adolescentes de más del 15% expuestas a riesgos.

La píldora del día después: un plan B por si algo falla

La píldora postcoital de levonorgestrel está autorizada en España desde 2001. Desde entonces existe amplia experiencia y bibliografía(3,4,5,6,7) para poder afirmar que su uso no reviste problemas para la salud de la usuaria.

El mecanismo de acción es la inhibición del pico de LH y por tanto de la ovulación; no interfiere en la anidación del posible embarazo ni es causa de teratogenia. Su acción es más eficaz si se toma en las primeras 24 h después del coito; la eficacia disminuye paulatinamente con el paso del tiempo aunque se mantiene de manera aceptable hasta las 72 h.

En España está autorizada su venta en farmacias desde 2009 sin receta médica. El precio es de 22€.

Este tipo de anticoncepción debe considerarse como un “plan B” para situaciones en las que ha fallado o no se ha utilizado método, ya que no es eficaz en el 100% de los casos.

Desde 2009 está comercializada otra píldora del día después que no es hormonal: el acetato de ulipristal (ellaOne ®); se trata de un modulador selectivo de los receptores de progesterona y su eficacia se mantiene durante 120 h, es decir, 5 días y que parece ser más eficaz que el levonorgestrel en las primeras 24 h. Es necesaria receta médica para la dispensación y el precio son 31 €.

La anticoncepción de urgencia (AU) ha revestido una gran polémica entre nosotros, por variadas razones. Una de ellas es el temor a que las chicas que la utilizan dejen de usar métodos más seguros como el preservativo y se expongan más a ITS y otras consecuencias indeseables.

Sobre este punto también existen estudios(8,9) que demuestran que el facilitar el acceso a la AU no altera de manera negativa las conductas sexuales de los jóvenes en cuanto a la anticoncepción regular: ni se aumenta la actividad sexual ni las prácticas tienen mayor riesgo. En mi opinión, la píldora postcoital puede ser un ejemplo de aprendizaje de cómo se pueden resolver situaciones de riesgo imprevistas.

El principal problema de estos medicamentos es su elevado precio, el no estar financiados por el Sistema Nacional de Salud (SNS) y los obstáculos que en algunos casos ponen algunos profesionales, médico y/o farmacéuticos para proporcionarla a jóvenes.

Los anticonceptivos hormonales (AH)

La anticoncepción hormonal está indicada si existe actividad sexual continuada y frecuente o si así lo prefiere la joven y no existe contraindicación clínica para ello.

Los criterios para la prescripción de anticonceptivos hormonales y el seguimiento están suficientemente desarrollados en otras publicaciones(10) por lo que no me extenderé en ellos. Tan sólo algunas consideraciones.

Los anticonceptivos hormonales combinados tienen ventajas además de los riesgos ya conocidos; las más destacables son sus efectos beneficiosos sobre la dismenorrea, la menorragia, el acné y el hirsutismo. Es importante con las adolescentes desmontar los mitos e ideas erróneas, muy extendidos, sobre el aumento de peso o las dificultades en la fertilidad posterior y otros, lo cual es una barrera de prejuicios contra la adecuada utilización de estos métodos.

El anillo vaginal Nuva Ring ® y el parche anticonceptivo Evra ® son anticonceptivos hormonales combinados con gestágenos de 3ª generación. Su ventaja sobre ellos es que la absorción del medicamento es transdérmica o transvaginal, evitando el paso hepático y además de ello facilitan el cumplimiento anticonceptivo, ya que su administración es mensual o semanal respectivamente en lugar de diario como es el caso de los anticonceptivos orales.

Disponemos de un anticonceptivo de larga duración de sólo gestágenos que es el implante anticonceptivo Implanon ®. Es una varilla que se coloca debajo de la piel y cuya duración es de 3 años. Aunque su coste es alto, 209 €, actualmente está financiado por el SNS.

Este método estaría indicado especialmente en chicas en las que se precisa un anticonceptivo de larga duración y en el que la usuaria no pueda, por alguna condición desfavorable (discapacidad mental, enfermedades psiquiátricas, etc.) estar pendiente de ingerir una tableta diaria.

El Dispositivo Intrauterino (DIU)

Es un método que no tiene buenos resultados en mujeres nulíparas, ya que puede aumentar la dismenorrea y el sangrado, por ello no es frecuente que se inserte a una adolescente, ya que existen métodos alternativos con menos efectos desfavorables; sin embargo, me gustaría señalar que la edad no es una contraindicación para el uso del DIU siempre que se cumplan las condiciones clínicas adecuadas.

 

Bibliografía

1. Instrucción y asistencia en cuestiones de sexualidad humana: formación de profesionales de la salud. Organización Mundial de la Salud. Serie de informes técnicos.Nº 572. Ginebra.1975. Disponible en: http://whqlibdoc.who.int/trs/WHO_TRS_572_spa.pdf

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4. Federación Internacional de Ginecólogos y Obstetras (FIGO) www.figo.org

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Otras páginas web de interés

— Sociedad Española de Contracepción: www.sec.es

— Federación de Planificación familiar estatal www.fpfe.org

— Academia Americana de Pediatría: www.healthychildren.org/EC.

— Faculty of Family Planning and Reproductive Health Care: www.fsrh.org

 


Entrevista del adolescente. ¿Cómo hacerlo? Roll-Playing


La entrevista al adolescente

J. Casas Rivero*, L. Iglesias Diz**, P. Ruiz Lázaro***
* Hospital Infantil Universitario La Paz. Madrid.** Hospital Clínico Universitario Santiago de Compostela*** CS Manuell Merino. Alcalá de Henares. Madrid

 

Adolescere 2013; II (2): 95-96

 

Para atender adolescentes no basta con tener unos conocimientos sobre las características de su desarrollo, su forma de enfermar y los recursos terapéuticos de que se dispone. También es necesaria una capacidad para “sentirse a gusto” delante del adolescente y cierta experiencia en el trato con la gente joven.

La entrevista constituye la primera y más importante parte de todo acto médico que tenga como objetivo aproximarse a la salud integral del adolescente. Debido a las características evolutivas de este grupo de edad, muy a menudo la entrevista representa la única y última oportunidad que tiene el médico para orientar, corregir, diagnosticar, asesorar, interpretar o ayudar a la persona en este momento de crecimiento y desarrollo, antes que se estructure como ser adulto. De ahí la importancia de una entrevista bien planteada, que pueda ser satisfactoria tanto para el médico como para su paciente. Para que el médico haya podido obtener la información clínica pertinente y para que el adolescente haya descubierto a un adulto que sabe escucharle y puede orientarle en lo que a su salud integral se refiere.

Ha sido tema de inacabables discusiones el debate sobre las características físicas que debe reunir una consulta específica para atender adolescentes. Y sabemos que no siempre es fácil conseguir un lugar idóneo. A menudo, estas discusiones esconden un temor, más o menos explícito, a enfrentarse con la realidad del adolescente, con lo que se retrasa el inicio de actividades.

Sin embargo, en acertada frase de J. Roswell Gallagher, considerado “padre de la medicina del adolescente”, el hecho de proporcionar al adolescente un lugar específico no es garantía de su cooperación: lo que realmente cuenta es la manera como el médico habla con él y lo trata. De aquí la importancia de adquirir una buena capacidad para la entrevista.

Para estructurar las bases de esta entrevista, debemos adquirir un correcto conocimiento sobre las características del entrevistado (el adolescente), revisar las cualidades y la disposición del entrevistador (el pediatra), y tener muy presentes las características que deben reunir el contenido y la forma de la entrevista para que sea un eficaz acto médico.

La atención del adolescente requiere algo más de tiempo que en otras edades. Es también imprescindible efectuar parte de esta entrevista a solas con el adolescente y volver a dar toda la información final tanto a los padres como al paciente, preservando siempre el secreto y la intimidad. El profesional debe conocer las peculiaridades de la “medicina del adolescente” y sentirse cómodo con sus pacientes y sus padres.

El médico debe tener presente que, la mayoría de las veces, tiene ante sí un paciente con un grado de madurez suficiente para decidir, acertadamente, sobre temas que le incumben a él. Se deben evitar las actitudes paternalistas; no dar sermones ni infundir miedos ante algunas actitudes que, subjetivamente, no nos parecen acertadas. El médico no debe imponer sus normas morales o de conducta. Ha de intentar entender la manera de ser del adolescente, con el que quizás habrá una diferencia de edad de 40 años. Esta diferencia de edad entre ambos puede influir en la relación médico paciente; un médico joven se identificará más fácilmente con el adolescente y un médico de más edad lo hará con los padres. La postura idónea es la neutral. No se ha de convertir en un padre salvador ni en un aliado de los padres. El entrevistador no debe citarse como ejemplo, ni recordarle su adolescencia. Tampoco es una buena táctica querer ponerse a la altura del adolescente imitando sus ademanes, vocabulario o manera de vestir. No debe demostrar al adolescente que él es más amigo que los otros adultos y que con él se puede confabular. El médico, para el adolescente, ha de ser eso, el médico, no un amigo. Debe actuar como consejero y sobre todo como informador. Aunque el adolescente no solicite ninguna información concreta, es conveniente que el pediatra intuya sus necesidades en materias de salud y le facilite información, útil y concreta, sobre los temas de su interés. Si la información se le da por escrito y de fácil y corta lectura, mejor.

Se debe abandonar la idea de que el adolescente es, por definición, un paciente difícil. Como en otras edades, habrá chicos y chicas de carácter poco comunicativo y otros más abiertos y colaboradores. Según el temperamento de la persona, el solo hecho de estar ante un médico y más aún si se está enfermo, cambia el carácter del sujeto. Reacciones de llanto, de no querer hablar o de mentir, pueden ser reacciones pasajeras que irán desapareciendo en posteriores entrevistas.

Además de disponer del tiempo necesario y del lugar idóneo, se deben incluir en la entrevista preguntas no relacionadas directamente sobre temas médicos.

Para hacer la entrevista con cierto orden y como ayuda para mantener una conversación con el adolescente, que en ocasiones es parco en palabras, recordar algún acrónimo lo facilita. El acrónimo F.A.C.T.O.R.E.S. (familia, amigos, colegio, tóxicos, objetivos, riesgos, estima, sexualidad) es útil como guión de la anamnesis y a la vez que se realiza el interrogatorio, también se puede dar al paciente información sobre algunos temas relacionados. El propuesto por Goldenring: H.E.A.D.S.S. (hogar, educación, actividades, drogas, sexualidad, suicidio) ha sido ampliada a H.E.E.A.D.S.S.S. (eating, alimentación; safety, seguridad), tiene la misma finalidad al igual que las ocho ces de Silber (calcio, colesterol, cigarrillos, condón, cinturón de seguridad, comprensión/cariño, comida, casco).

Conocer otras áreas de la vida del paciente, es una manera legítima de conocer más íntimamente su vida, lograr entenderla y así poder ayudarle. La atención médica del adolescente obliga al profesional a conocer la patología habitual en estas edades y sospecharla tras una correcta entrevista y exploración clínica.

El objetivo del taller es que los participantes obtengan los suficientes conocimientos teóricos y prácticos, enfrentándose a distintos escenarios, para poder utilizarlos en la práctica diaria atendiendo a adolescentes.

 

Bibliografía

1. American Academy of Pediatrics. Committee on Adolescence. Achieving Quality Health Services for Adolescents. Pediatrics.2008; 121: 1263.

2. Castellano Barca G, Hidalgo Vicario MI. Entrevista clínica del adolescente. En Hidalgo Vicario MI, Redondo Romero MA, Castellano Barca G. Medicina de la Adolescencia. Atención Integral. Ed Ergon. Majadahonda. 2ª ed. Madrid. 2012, pag. 11-18

3. García-Tornell S, Gaspá Martí J. Entrevista clínica del adolescente. Atención al adolescente. En: Tratado de Pediatría Extrahospitalaria SEPEAP. Madrid: Ergon; 2011. p. 1263- 74.

4. Hidalgo Vicario MI. Entrevista y examen físico del adolescente. En: Muñoz Calvo MT, Hidalgo Vicario MI, Clemente Pollán J (eds.). Pediatría Extrahospitalaria. Fundamentos clínicos para Atención Primaria. 4ª edición. Madrid: Ergon; 2008. p. 781-90.

5. American Academy of Pediatrics. Committee on Adolescence. Achieving Quality Health Services for Adolescents. Pediatrics. 2008; 121: 1263.

 

 


El adolescente cansado


El Adolescente cansado

M.A. Salmerón Ruiz
Pediatra. Unidad de Medicina del Adolescente del Hospital Universitario La Paz. Madrid

 

Adolescere 2013; II (2): 85-94

 

Enfermedad actual: Adolescente mujer de 18 años de edad, en seguimiento desde septiembre del 2005 por astenia progresiva que cursa en brotes de diversa intensidad (le impide ir al colegio, tiene que quedarse en la cama, no puede incluso peinarse o caminar más de 500 metros). Si se fuerza tarda días en recuperarse. Dificultad para concentrarse, Mareos con palidez y glucemia normal.

Consigue ir al colegio hasta Abril 2006, pero lo interrumpe por que se agota. Consigue aprobar el curso y mejora algo durante el verano.

En septiembre del 2006 el cansancio es más intenso, va al colegio en silla de ruedas, los periodos de agotamiento son de 7-10 días con periodos libres de 2-3 días. Consigue ir al colegio por la mañana y 3 días al Conservatorio, toca el fagot. Está mejor por la tarde, duerme mal y no descansa, le cuesta levantarse por la mañana

Los mareos son más frecuentes, con glucemias normales.

Antecedentes familiares: abuela materna y dos tías por rama materna con diabetes mellitus tipo 1.

Antecedentes personales:

• Leucemia linfoblástica aguda B común con riesgo intermedio a los 8 años de edad. Precisa interrupción del tratamiento quimioterápico con metrotexate por toxicidad hepática, neurológica e intolerancia a los hidratos de carbono (en diciembre del 2004). Finaliza tratamiento en abril del 2005. Sin sintomatología hasta el momento actual.

• Síndrome mononucleósico un mes antes del inicio de la astenia.

Pruebas complementarias:

• Estudio inmunológico:

o Anti ENAs (AntiSm. RNP, SS-A, SSB, bcl-70, Jo1) Negativo

o Anti DNA nativo: Negativo

o Anti cardiolipina IgG IgM: Negativo

o ANA: 1/160 (Indeterminado, repetido al año, negativo)

o Ac Antireceptor Acetil-Colina: Negativo

o Ac Anticanales del calcio de bajo voltaje: Negativo

• Serologías

o HIV, Hepat B y C: Negativo

o CMV: Negativo

o EBV: EarlyAg+, anti VCA e IgM: Neg PCR EBV: Neg

o Parvovirus B19: IgG positivo

• Estudio endocrinológico

o T4 libre, TSH, LH, FSH, Prolactina: Normales

o ACTH, Cortisol: Normal

o Glucemia: 81 mg/dl

o HbA1c: Normal

o Péptido C: 1.6 ng/ml (VN 0.5-3.5)

o Sobrecarga de glucemia: respuesta de glucosa e insulina normales

• Amonio: Normal

• CPK: Normal

• Ionotest: 45mEq ClNa

• Zinc: Normal

• EEG: Normal

• RNM Cráneo y Médula: Normal

• EMG: Normal

• ECG y ECO-Cardio: Normal

• Espirometría: Normal

• Tóxicos en Orina: Negativos

• Eco pancreática: Normal

• Octreoscan: Normal

• Mesa Basculante: predominio de la actividad simpática adrenérgica y colinérgica

Tratamiento

Se inicia tratamiento con propanolol, fluorhidrocortisona, midodrina y desmopresina. Se mantiene estable, mejoran los mareos.

Se queja de hipersudoración de palmas y plantas.

Evolución

Consigue asistencia parcial al colegio y al conservatorio los sábados, pero el cansancio va aumentando en intensidad, empeora con la menstruación, obteniendo respuesta a anticonceptivos orales combinados.

El curso 2011-12 lo hace con tutores domiciliario, consigue presentarse a selectividad y sigue en el conservatorio. Mantiene buenas relaciones sociales, aunque está limitada porque no aguanta el salir hasta tarde.

En enero del 2011 mayor cansancio, mareos y asocia dolor en cadera Izq y pierna “dormida” con sensación de frialdad, sin cambios de color, no disestesia, desaparece en 1 mes espontáneamente, se realiza RNM craneal y columna, EMG y Eco Doppler que son normales.

En noviembre del 2011, inicia sensación de plenitud progresiva tras las comidas, saciedad precoz, reflujo y eructos, no dificultad para la deglución ni estreñimiento. Se solicita tránsito EGD, Gastroscopia y pH-metría que son normales, y una manometría esofágica que es informada como trastorno motor de cuerpo esofágico, con un 50% de ondas ineficaces en tercio distal. Esfinter superior hipertenso con buena función y coordinación faringo-esofágica, y el esfínter inferior normotenso con buena función. Por lo que se decide iniciar tratamiento con cisapride sin obtener respuesta.

En junio del 2011 La dificultad para la deglución empeora teniendo gran dificultad para la ingesta de sólidos. Presenta hipersudoración en manos y pies, el cansancio está estable, pero si se fuerza presenta disminución de fuerza en extremidades inferiores. Humor más inestable y aumento de ansiedad. Se inicia tratamiento con Rituximab, obteniendo mejoría evidente hasta la fecha.

Introducción

El síndrome de fatiga crónica (SFC) se caracteriza por un profundo e incapacitante cansancio, que conlleva una importante reducción de la actividad previa del paciente, tanto personal, social como educativa o laboral.

Recientemente el término de SFC está siendo sustituido por el de Encefalomielitis Miálgica (EM), debido a que la definición del SFC se centra en el cansancio y en una duración concreta de los síntomas y el cansancio crónico es un síntoma común en la mayoría de las enfermedades crónicas.

El SFC se define por un profundo e incapacitante cansancio, no debido al ejercicio y que no se alivia con el reposo de al menos 6 meses de duración, que conlleva una importante reducción de la actividad previa del paciente, tanto personal, social, educativa o laboral.

Además, debe de acompañarse de 4 o más de los siguientes síntomas:

• Dificultades de concentración y pérdida de memoria.

• Faringitis recurrentes.

• Adenopatías.

• Dolor muscular.

• Dolor articular.

• Jaquecas de nueva aparición.

• Sueño no reparador.

• Fatiga tras el esfuerzo (físico o mental) que persiste más de 24 horas después del mismo.

Debido al potencial impacto, tanto social como educativo, en niños y adolescentes existe el consenso que 6 meses es demasiado tiempo para el diagnóstico y se ha propuesto que sea de 8 semanas a 3 meses.

La EM se define como una enfermedad neurológica adquirida con disfunciones globales complejas con alteraciones en el sistema inmune, endocrino y nervioso.

El cansancio, la fatiga y el sueño son una queja muy frecuente en la adolescencia. Hasta un 70% de los adolescentes refieren tener demasiado sueño y estar cansados durante el día. La mayoría de las veces esto es debido a un déficit crónico de horas de sueño, a una mala “higiene” del mismo, a una actividad diaria excesiva y/o factores estresantes. En ocasiones, puede deberse a razones médicas o psicológicas.

Es importante distinguir entre los que tan sólo necesitan “reorganizar” sus horarios, los que precisan evaluación y tratamiento, bien sea médico o psiquiátrico, y los que pueden padecer un SFC o EM.

Epidemiología

El Síndrome de Fatiga Crónica afecta 4 veces más a las mujeres, fundamentalmente entre los 40 y 50 años, sin distinción de raza y con una mayor prevalencia en niveles socioeconómicos menos favorecidos. Es menos frecuente en niños, aunque puede presentarse a cualquier edad, y dentro de la edad pediátrica es más frecuente en adolescentes que en niños.

La prevalencia en la población general adulta varía, dependiendo de los estudios, entre el 0,007 y el 2,8% y del 0,006 al 3,0% en Atención Primaria. Las cifras son menores para los niños, en Inglaterra es entre 0,05% y 0,1% con predominio dentro de los adolescentes.

Aunque pueden existir casos familiares, no existe evidencia de que sea transmisible, sino más bien que pueda haber una predisposición genética, siendo necesarios mayores estudios para determinar este extremo.

La duración media de la enfermedad es de 37 a 49 meses y parece que la recuperación total es más frecuente en adolescentes que en los adultos, aunque existe un 5-10% de niños y jóvenes que persisten sensiblemente afectados durante años.

Etiología

La etiología no está clara, habiéndose sugerido múltiples teorías centrándose inicialmente en el posible origen en una infección viral o en un trastorno psiquiátrico. Posteriormente, se han identificado múltiples anomalías de muy distinta índole, como alteraciones en la función cerebral, en la estructura del sueño, en las respuestas neuroendocrinas, en el sistema inmune o en los perfiles psicológicos.

La relación entre todas estas anomalías no está clara, sugiriendo que la etiología de este síndrome es multifactorial y compleja y que algunos determinantes pueden desencadenarlo y otros perpetuarlo, siendo posible que existan además algunos factores genéticos, puesto que en los escasos estudios realizados hay una mayor prevalencia del síndrome de fatiga crónica entre familiares de pacientes y una mayor correlación entre gemelos monocigóticos que en la población general.

Algunos estudios de neuroimagen utilizando SPECT han demostrado un menor flujo cerebral con anomalías de perfusión (hipoperfusión) comparados con la población control o con pacientes con depresión. En estudios de gemelos, no se han demostrado diferencias del flujo cerebral entre el sano y el que padece el Síndrome de Fatiga Crónica. Aunque los estudios de RNM y SPECT consiguen demostrar varias anomalías en estos pacientes, el significado de las mismas no está claro.

Las alteraciones neuropsicológicas son las que más interfieren y afectan a los pacientes. Más del 85% de los pacientes se quejan de dificultad para concentrarse, de memoria y atención, los distintos estudios no consiguen demostrar resultados concluyentes, tan sólo un pequeño déficit en el proceso de la información y de la memoria de trabajo y que globalmente mantienen su capacidad cognitiva e intelectual. Sin duda, la coexistencia de estrés o patología psiquiátrica puede contribuir.

Las alteraciones neuroendocrinas son frecuentes, hasta un tercio de los pacientes tienen hipocortisolismo de origen central y alteraciones serotoninérgicas. La administración de agonistas de la serotonina produce un aumento en los niveles de prolactina en comparación con los controles o pacientes con depresión.

La alteración de la actividad autonómica y su implicación en el Síndrome de Fatiga Crónica no está clara, aunque algunos pacientes presentan hipotensión ortostática que puede demostrarse con el test de la mesa basculante y que mejora tras su adecuado tratamiento

Se han propuesto múltiples agentes infecciosos, Epstein-Barr, Herpes-6, Coxackie B, HTLV-II, retrovirus y enterovirus como causantes del SFC, pero no se ha logrado obtener ninguna evidencia que lo justifique; de hecho, algunos pacientes no tienen ninguna prueba analítica de infección viral y los ensayos terapéuticos con aciclovir o interferon no han sido beneficiosos.

Los pacientes con SFC manifiestan una mayor dificultad para dormirse, con un mayor número de despertares y con siestas diurnas más frecuentes que la población control, los estudios polisomnográficos no han demostrado alteraciones consistentes y la alteración no se correlaciona con la severidad del cansancio.

Criterios clínicos

Existen múltiples criterios diagnósticos consensuados por distintos grupos, en el 2011 se publicaron los criterios internacionales de la EM que se muestran en la tabla 1.

Clínica

La fatiga es la queja fundamental del paciente con una instauración brusca, típicamente tras un episodio “gripal”. Tras este episodio, los pacientes refieren que cualquier esfuerzo, físico o mental, aumenta el cansancio, lo que interfiere con su actividad diaria, que tiene que ser disminuida en más del 50% de lo que hacían previamente.

Algunos pacientes pueden tener una instauración de los síntomas de manera más insidiosa y una fluctuación de la intensidad de los mismos a lo largo del tiempo.

Además de la fatiga muestran otros síntomas: alteraciones del sueño siendo no reparador, agitado y con insomnio de conciliación, cambios de apetito con fluctuaciones del peso, inestabilidad térmica con sudores nocturnos, escalofríos e intolerancia al frío o al calor, mareos, palpitaciones e hipotensión ortostática, colon irritable, dolor abdominal, fotofobia y dolor ocular, cambios de humor, irritabilidad o ansiedad, suelen padecer una intolerancia y mayor sensibilidad al alcohol y medicamentos.

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial hay que realizarlo con:

a. Enfermedades endocrinas

i. Enfermedad de Addison

ii. Enfermedad de Cushing

iv. Diabetes Mellitus

v. Hipertiroidismo

vi. Hipotiroidismo

b. Enfermedades hematológicas y oncológicas

i. Anemia

ii. Cáncer

c. Enfermedades infecciosas

i. Hepatitis crónicas (VHB, VHC)

ii. VIH

iii. Síndrome mononucleósico (VEB, CMV, VH6)

iv. Enfermedad de Lyme

v. Tuberculosis

d. Enfermedades neurológicas

i. Esclrerosis múltiple

ii. Narcolepsia

iii. Enfermedad de Parkinson (en adultos)

iv. Demencia (en adultos)

e. Enfermedades psiquiátricas

i. Trastornos de la conducta alimentaria

ii. Trastorno bipolar

iii. Depresión mayor

iv. Esquizofrenia

v. Trastorno somatomorfo

vi. Abuso de sustancias

f. Enfermedades reumatológicas

i. Polimiositis

ii. Atritis reumatoide

iii. Síndrome de Sjögren

iv. LES

v. Artritis de la temporal

g. Otras

i. Enfermedad celiaca

ii. Embarazo

iii. Fallo cardiaco

iv. Toxicidad por metales pesados

v. Apnea del sueño

vi. Efectos secundarios a fármacos

vii. Deficiencias vitamínicas

Pruebas complementarias

El diagnóstico del SFC es un diagnóstico de exclusión.

En todos los pacientes se debe realizar una historia clínica y una exploración física cuyo principal objetivo es descartar otras patologías y detectar síntomas de alarma como el dolor precordial, dolor e inflamación de articulaciones, pérdida de peso acompañado de adenopatías o dificultad respiratoria.

Existe debate acerca de las pruebas complementarias que deben solicitarse en estos pacientes. La finalidad de dichas pruebas es descartar otras enfermedades ya que no existen alteraciones analíticas específicas en los pacientes con FC.

Según la CDC los pacientes con la sospecha de FC se les debería realizar una evaluación inicial que consista en: historia clínica, exploración física y una analítica básica (hemograma, bioquímica con iones incluido el fósforo, función renal y hepática, TSH y T4 libre). Evidencia C.

Además, la Guía NICE (National Institute for Health and Clinical Excellence) aconseja solicitar: drogas en orina, FR, ANAs, IgA, Ac antiendomisio y serologías si el paciente refiere clínica reciente compatible con infección viral o síndrome mononucleósico.

Tratamiento

Al no existir una etiología claramente definida, con un cuadro con unas manifestaciones heterogéneas y de diagnóstico difícil, no existen unas recomendaciones claras para su tratamiento, que básicamente se centra en el alivio de los síntomas y la mejoría de la función. Todos los pacientes con SFC o EM deben recibir tratamiento sintomático de sus comorbilidades (Evidencia C).

Es básico el lograr una comprensión por parte de la familia de la naturaleza del cuadro y conseguir una alianza terapéutica adecuada, estableciendo un plan de seguimiento con objetivos graduales, coordinando la actuación de otros especialistas si son necesarios y con el colegio. La normalización del sueño y de la alimentación es una labor ineludible, así como lograr un progresivo aumento de la actividad.

Los estudios solo han demostrado como tratamiento que mejore la fatiga y la ansiedad, y favorece la incorporación del paciente a la vida social y laboral, la terapia cognitivo conductual y el ejercicio físico gradual (Evidencia A).

 

Tablas y figuras

Tabla I. Criterios diagnósticos del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC)

I. Oxford (Sharpe et al 1991)

• La fatiga es el síntoma central

• Comienzo concreto

• Cansancio incapacitante que afecta al funcionamiento tanto físico como mental.

La fatiga debe de estar presente un mínimo de 6 meses durante más del 50% del tiempo.

Pueden existir otros síntomas con dolor muscular o alteraciones del humor y el sueño.

Excluye

A. Pacientes con enfermedades que produzcan fatiga crónica

B. Pacientes con diagnóstico activo de esquizofrenia, abuso de substancias, depresión, trastorno del comportamiento alimentario.

II. US Centre for Disease Control (CDC) 1994

1. Fatiga incapacitante, evaluada y no explicable clínicamente, de nueva aparición, persistente o recurrente, de al menos 6 meses de duración. No es resultante del esfuerzo físico. No mejora con el reposo en cama. Causa una reducción significativa de la actividad realizada previamente por el paciente.

2. Asociación de 4 o más de los siguientes síntomas durante 6 meses consecutivos y no presentes antes de la aparición de la fatiga

Dificultades de concentración o de memoria

Faringitis

Adenopatías dolorosas

Dolor Muscular

Dolor articular sin inflamación

Jaquecas

Sueño no reparador

Fatiga tras el ejercicio (>24 horas)

Exclusiones:

Enfermedad que justifique la fatiga

Depresión, activa o previa, con rasgos psicóticos, trastorno bipolar, esquizofrenia, demencia o trastornos del comportamiento alimentario

Abuso de substancias entre 2 años antes de la aparición de la fatiga y en cualquier momento después

Obesidad severa.

No son excluyentes:

Enfermedades que se definen por su sintomatología y no pueden demostrarse mediante pruebas complementarias (Fibromialgia,trastorno ansiedad etc.)

Enfermedades con el tratamiento adecuado

Enfermedades ya tratadas (Enfermedad de Lyme)

Hallazgos aislados insuficientes para justificar un diagnóstico de exclusión

III. Canadian Definitions (Carruthers 2003)

Para el diagnóstico del Síndrome de Fatiga Crónica se deben de cumplirse los criterios 1 al 4 y 7, y 2 o más de las manifestaciones del 5 y al menos 1 síntoma de las 2 categorías incluidas en el punto 6.

1. Fatiga

2. Fatiga o malestar tras el ejercicio

3. Trastorno del sueño

4. Dolor

5. Síntomas neurológicos/cognitivos confusión, dificultad para concentrase y memoria reciente, dificultad para el proceso de la información, clasificación y recuerdo de las palabras, dislexia intermitente, alteraciones de la percepción y sensibilidad, ataxia, desorientación.

6. Al menos 1 síntoma de las 2 categorías siguientes:

Manifestaciones autonómicas: Inestabilidad ortostática, POTS, hipotensión postural, vértigo, palidez extrema, alteraciones intestinales o vesicales con o sin Colon Irritable o disfunción vesical, palpitaciones, inestabilidad vasomotora, irregularidades respiratorias.

Manifestaciones Neuroendocrinas: Pérdida de la estabilidad termostática, intolerancia al frío/calor, anorexia o apetito anormal, fluctuaciones de peso marcadas, hipoglucemia, pérdida de la adaptación y tolerancia al estrés, con empeoramiento de la sintomatología con el mismo y con una recuperación muy lenta e inestabilidad emocional

Manifestaciones Inmunológicas: adenopatías dolorosas, faringitis, síntomas gripales, malestar general, aparición de nuevas alergias o cambio en el status de las antiguas, hipersensibilidad a los medicamentos y/o productos químicos

7. La enfermedad persiste al menos 6 meses en adultos y 3 en niños

IV. Myalgicencephalomyelitis: International Consensus Criteria (2011)

Para cumplir criterios es necesario cumplir todos los criterios de la Extenuación Neuroinmune Después del Ejercicio (A), al menos 3 categorías de las manifestaciones neurológicas (B) al menos 3 de la categoría de manifestaciones inmunologícas/gastrointestinales/Genitourinarias (C), 1 de las categorías detrasporte/producción de energía (D).

A. Extenuación Neuroinmune Después del Ejercicio (ENDE) se define como una alteración en la restauración de energía en el proceso realzar una actividad, cansacio y descanso.

a. El cansacio puede ser debilitante y pueden existir recidivas

b. Se considera típica la exacerbación después del ejercicio, que puede ser inmediata o retrasarse durante horas o días.

c. El periodo de recuperación es prolongado (24 horas o más).

d. Las recidivas pueden durar días o semanas.

e. Existe un nivel bajo de fatigabilidad física y mental, con reducción sustancial del nivel de actividad previo a la enfermedad.

B. Manifestaciones neurológicas

a. Afectación neurocognitiva

b. Dolor

c. Trastorno del sueño

d. Trastornos neurosensoriales, perceptuales y motores.

C. Manifestaciones inmunologícas/gastrointestinales/Genitourinarias

a. Síntomas gripales recurrentes o crónicas, aparecen o empeoran con el ejercicio.

b. Susceptibilidad a las infecciones víricas con periodos de recuperación prolongada.

c. Síntomas gastrointestinales.

d. Síntomas genitourinarios

e. Hipersensibilidad a alimentos, fármacos o sustancias químicas.

D. Alteraciones en el trasporte/producción de energía

a. Sistema cardiovascular

b. Sistema respiratorio

c. Pérdida de estabilidad térmica

d. Falta de tolerancia a las temperaturas extremas.

NO existen criterios en adolescecentes pero se acepta que suelen no cumplir el espectro completo de síntomas observados en adultos, siendo el síntoma central la ENDE.

 

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