Epistocracia?
Epistocracia?
episteme, “conocimiento” | crato, “poder, gobierno”
por Manuel Ignacio Pulido García
19 años. Estudiante universitario de Economía.
Imagíne que usted se encuentra de vacaciones en algún destino paradisíaco tropical. Al llegar a la playa, que se encuentra en una bahía, le ofrecen alquilar una lancha junto a otros 6 turistas para pasar el día, que por lo pronto promete sol y buen clima a pesar de las nubes que se atisban en la lejanía. Acepta la propuesta entusiasmado y mientras espera la llegada de los demás para partir, decide leer las advertencias de seguridad en los carteles del muelle. Los restantes 6 llegaron sobre la hora e ignoraron dichos carteles para embarcar inmediatamente.
Se encienden los motores y comienzan a alejarse del punto de partida, casi saliendo de la bahía. Pasan un muy buen rato, almuerzan a bordo y se echan una buena siesta después.
Al estar todos descansando, nadie notó que cada vez se alejaban más de la costa y como sucede por lo general en estos lugares, se formó una tormenta repentina que los despertó de su descanso con lluvias y un intenso oleaje. Casi todos entran en pánico menos uno de los turistas que tiene algo de experiencia como navegante, quien sin titubear, rápidamente pone en marcha el motor para volver al muelle. Pero hay un problema, éste se percata de que no hay suficiente combustible para hacer los 10 km de vuelta, ya que no estaba previsto alejarse tanto y decide emprender el rumbo hacia una de las puntas de la bahía, a 2 km de su posición.
Pero usted fue el único que leyó las indicaciones de seguridad en el muelle y sabe que en esa dirección se encuentran formaciones rocosas bajo el agua. Por eso alerta a los demás, pero 4 de ellos objetan y argumentan que está equivocado, impulsados por la desesperación de llegar a tierra lo antes posible. Usted les explica que los procedimientos de seguridad que leyó, indican que hay que dirigirse ligeramente en dirección al mar abierto para luego llegar al siguiente muelle, que se encuentra a 6 km de dónde están. Y el turista que maneja el navío les dice que, en base a su experiencia, las olas no podrían tumbar la embarcación, por lo que el otro muelle es la mejor opción. “¡Las olas nos hundirán fuera de la bahía!”- exclama un turista asustado. “¡Están locos! ¡Tenemos que llegar a tierra firme ahora!”- grita una turista. “¡Si vamos hacia allá vamos a chocar con las piedras!”- grita otro.
Comienza una discusión acalorada en medio de la hecatombe hasta que deciden votar para elegir el rumbo. Es decir, que el destino de todos estará en manos de la mayoría. La “solución” colectiva daría como resultado 4 contra 3, lo que inevitablemente, lograría que se hunda la embarcación al ir en la dirección equivocada. Ya que la mayoría está actuando en función del miedo, ¿la minoría debe sucumbir ante las malas decisiones de ellos? Ellos que, al tener su juicio nublado, no consideran la información vital que podría llevarlos por el rumbo que salvaría a todos. Ni tampoco toman en cuenta la experiencia de uno que sabe lo que hace y ha vivido otras tormentas. Al final, ¿es justa o injusta la votación? Dejaré que usted decida cómo terminó esta aventura, pero quiero preguntarle: ¿no piensa usted que las decisiones deberían haber sido tomadas por quienes, circunstancialmente, estaban mejor preparados? Debemos naufragar por las malas decisiones de la mayoría?
Sin temor a no ser políticamente “correctos”, deberíamos replantearnos otras maneras de tomar las decisiones que nos afectan a todos. Y no caer en las manos de aquellos que, a través del miedo, nublan el juicio de las mayorías en medio de las tormentas que nos tocan pasar para beneficiarse. Quizás lo lograríamos empoderando con el conocimiento a los votantes, para que todos seamos capaces de discernir y elegir en pos de un verdadero bien común. Siendo este complejo, variable y subjetivo.
“La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás.” – Winston Churchill