Sobrevivir a la avalancha arquetípica
Sobrevivir a la avalancha arquetípica
por P. Panza Guardatti.
18 años. Estudiante de licenciatura de lengua y literatura.
Ser diferente y salirse de lo habitual no es nada fácil. Si no es fácil en la niñez ni en la adultez, ¡imagínense lo que significa no seguir a la masa durante la adolescencia! Lo digo por experiencia: sencillo no es. Mientras uno va creciendo y se va adentrando en esta etapa, presencia cómo sus semejantes van mutando hasta concluir en un perfil determinado que todos comparten. Esta nube de cambios envuelve a todos y nos afecta queramos o no. Pero el grado con el que nos cubre puede o no llevarnos a masificar nuestra personalidad, ya que podemos hacernos a un lado, mirar desde el exterior, y replantearnos el hecho de actuar libremente sin necesidad de complacer a este arquetipo.
¿Por qué los adolescentes terminan siguiendo a esta aglomeración de actitudes y formas características? ¿Por qué son muy pocos los que dan el paso y se separan de esta estereotipación? Pues creo que la razón primordial es el no querer quedarse solo. Ser igual al resto nos permite articularnos en la masa y así estar rodeados de otras personas, lo cual nos hace sentir seguros. Pero esta satisfacción momentánea (porque las “amistades” que creamos muchas veces no son más que pura ficción) ahoga nuestras concepciones, las agota hasta quedar en nada y siembra nuevos ideales que no van con la personalidad propia. Por lo tanto, ser distinto conlleva generalmente a ser apartados y quedarnos solos. Pero fielmente creo que vale la pena pasar por esa situación.
Yo lo he vivido. Al transitar durante esta etapa siempre mis convicciones fueron diferentes a las del resto, tanto por cómo me habían criado mis padres como por lo que yo iba racionalizando y criticando de la sociedad y su actividad. Como bien he dicho antes, esto supuso un leve rechazo por parte de mis compañeros, pero sin dejar de decir que tenía con quienes compartir mis ideas. Me fui haciendo más grande, mis concepciones también cambiaron, mantuve algunas, otras se transformaron, pero nunca me permití cambiar de opinión solamente para poder encajar en la masa. Hice nuevas amistades, conocí más gente, empecé a andar por nuevos lugares y todo esto desencadenó una nueva ola de pensamientos e ideales.
Durante toda esta etapa de desarrollo tanto personal como emocional figuré, determiné y siempre tuve en cuenta que ser igual al resto no era ni tampoco sería lo mío. Entendí que lo que yo quería era destacarme, ser diferente y reconocida por esto mismo: salirme de lo habitual. Entonces, también comprendí que esto implicaría enfrentarme con malestares y disgustos, pero que al fin y al cabo no me perjudicarían ya que si soy fiel a mi misma voy a terminar siendo feliz. Y es a esto a lo que aliento a los adolescentes: a ser fieles a ustedes mismos, a no dejar de ser quienes son por el simple hecho de corresponder al prototipo actual de joven, a seguir con sus ideales y concepciones, y sobre todo a seguir a su corazón, que siempre nos indica el camino correcto.
No se dejen llevar por esta corriente masiva que rodea a todo con su monotonía y mediocridad. Destáquense, sean distintos, no tengan miedo al fracaso y menos al “qué dirán”, sean ustedes mismos y eso los llevará lo más lejos posible. Muéstrense al mundo tal cual son, siendo sinceros con ustedes mismos, porque de esta manera podrán cumplir con sus objetivos propuestos y serán felices.