2022-n2-Preguntas tema: Diversidad de género y adolescencia: un reto ético en la consulta
1. Con respecto a la diversidad de género en la adolescencia, señalar la respuesta verdadera:
Todos los pediatras deberíamos contar con un mínimo de formación sobre diversidad de género que nos permita realizar un acompañamiento adecuado en la adolescencia, por tratarse además de una etapa de especial vulnerabilidad. No es preciso realizar ningún diagnóstico, puesto que no se trata de ninguna enfermedad, y se decidirá si se precisa alguna derivación tras la escucha activa del relato del menor, individualizando sus necesidades.
2. Cuando hablamos de identidad de género nos referimos:
La identidad de género se refiere al género con el que una persona se identifica, que no tiene que ver ni con la orientación sexual (quien nos atrae), ni la la expresión de género (respuesta 3). Puede coincidir con la asignada al nacer en función de sus genitales externos (personas cis), o no (personas trans). Es preciso contar con estos conocimientos básicos para no confundir los conceptos.
3. En relación a la disforia de género:
La disforia de género es un malestar que algunos adolescentes trans pueden manifestar con relación a su corporalidad, sobre todo a sus caracteres sexuales, que ni es necesario para ningún diagnóstico (porque no se trata de personas enfermas), ni tiene que ser permanente, y parece que es mucho menor su frecuencia en menores con un acompañamiento positivo a nivel familiar, social y profesional.
4. En el acompañamiento a los adolescentes trans por parte de los pediatras:
Se deben conocer los recursos locales, tanto profesionales como asociativos (grupos de familias, de pares) para informar a los adolescentes trans, para que puedan contar con apoyo en caso de que decidan solicitar ayuda para la transición. Se aconsejará al menor solicitar acompañamiento familiar, y el pediatra se deberá ofrecer como mediador si existen dificultades para comentarlo a la familia. Los protocolos sanitarios se deben adaptar a las necesidades particulares de cada menor trans, en caso de que precise apoyo en su transición y decida acudir a los servicios sanitarios. No siempre será precisa la derivación, puesto que no todos los adolescentes trans deciden realizar modificaciones corporales que requieran tratamientos médicos y/o quirúrgicos, y el acompañamiento psicológico debería ser voluntario en caso de precisarse, en posible relación con las vivencias de rechazo, de transfobia. Se aconseja utilizar el nombre y el pronombre elegidos, aunque no estén modificados oficialmente si el menor lo solicita.
5. En caso de sospecha de falta de respeto a la identidad de género de un adolescente por parte de la familia:
Ante la sospecha de falta de respeto a la identidad de género de un adolescente por parte de la familia, nos encontramos con un posible caso de maltrato. Se debe ofrecer protección al menor trans activando los protocolos correspondientes, contactando con los servicios sociales, ofreciendo la mediación como primera opción. En caso de no solucionarse puede ser necesaria la judicialización, porque lo que ha de prevalecer siempre es el interés superior del menor. Nuestro papel como pediatras es el de actuar como garantes de dicho interés.