La adolescencia
La adolescencia
La adolescencia, ese periodo de tiempo donde todo y nada es posible, donde los días son sombras o luces y nunca existe el punto medio, pero sobre todo, de magia. Es ese tiempo durante el cual el mundo nos queda pequeño, y cuídense de aprovecharlo jóvenes venideros, porque pronto descubrirán que el mundo es mucho más amplio, mucho más complejo, indiferente, inmutable y cruel de lo que nunca se podría imaginar. Por suerte durante unos años eso no nos importa, a veces fingimos que sí, pero no, para nada.
Se suele decir: “Si la juventud supiera y la vejez pudiera…” Y esto en muchas ocasiones es cierto, pero sin embargo, yo, como ya es habitual, no estoy de acuerdo, ya que en mi opinión, no hay nada más sabio que la juventud, nada más inteligente que el vivir sin saber, no hay nada más importante que el que te digan: Si tú supieras. Pero cuidado, ahora viene lo importante, pues no hay nada tan necesario para ser realmente feliz como el saber aprovecharse de ese desconocimiento, y para ello, debemos saber que existe un hoy, pero también un mañana, que la vida son fases y que todas pasarán, que los terribles problemas que parecen presentársenos no son más que piedras que podremos saltar o rodear, y que antes o después habremos de crecer, sabiendo eso podemos vivir sin reparos, libres sin odio, riendo sin destruir.
Por otro lado están los que creen que el hoy será eterno, o los que creen que pueden hacer que lo sea abandonándose al abandono de no mirar la vida de frente, y lo más terrible de esto es que durante un buen tiempo, su sueño parece cumplirse, pero cuando se desvanece ya no queda nada, y en ocasiones ya es demasiado tarde para cambiar. El miedo no existe, es nuestro y nosotros lo moldeamos en función de nuestras debilidades, pero no debemos querer esconderlas todas, sino dejarlas volar y afrontarlas, vivir nuestra vida y no la de otros.
Estas son reflexiones a las que llego un punto después de la adolescencia, tras ese instante en el que todo cambia, pero el pasado es tan nuestro como el mañana y aunque no lo creamos, en ocasiones también podemos cambiarlo, el nuestro y el de otras personas. Por todo esto escribo esta carta, tanto para mí, como para todos aquellos que la lean, viváis en la época que viváis, os la dedico.
Carta a mi adolescencia
Mí tímido y escondido amigo. Te escribo para darte una buena noticia, no te estás equivocando, tu timidez no acabará contigo, ni con nadie, ni mucho menos con tu felicidad. Te dará perspectiva, te dará la capacidad que muy pocos tienen, la de observar y reflexionar, y poco a poco te darás cuenta de lo poco importante que es realmente basarte en lo que los demás piensen a la hora de actuar. Poco a poco sabrás lo que está bien, lo que está mal, lo que te gusta y lo que no y lo que puedes ser capaz de hacer si te lo propones. El mundo es de las personas que no tienen miedo, pero que piensan antes de actuar, y en ocasiones, se dejan llevar, y no al contrario. Por eso no te arrepientas de tu timidez, cuídala como una herramienta, úsala para ganar tiempo y reflexionar, pero atrévete a cambiar, se valiente y actúa cuando creas que debes, y sobre todo cuando sepas que quieres, deja que la vida te envuelva y no pienses en ser mayor, porque los mayores piensan en ser jóvenes, y la vida no se da la vuelta por nadie.
No te agobies por el futuro, intentarán que lo hagas pero no, ahora solo debes descubrir qué es aquello que te llama, con lo que te sientes a gusto y hace que te levantes con ganas por la mañana, y para ello debes experimentar. Como los bebés, debes tocar, manipular, probar y desdoblar, prueba cosas diferentes aunque creas que nunca acabarán gustándote y no te arrepentirás.
Descubre quiénes son tus amigos, los de verdad, los que estarán contigo cuando nadie quiera pero tú lo necesites, y cuando los tengas, no los sueltes por nada del mundo; ni una rabieta, ni dos, ni una palabra ni un día entero de discusión, nada debe ser más fuerte que vosotros porque una vez más, no te arrepentirás.
Mantén una buena relación con tu familia, porque ellos no harán que sea mala, no lo será si tú no lo provocas. Muéstrales cariño, aunque sea solo un poco, sigue sus consejos, aunque sea solo a veces, y miénteles por una locura, aunque sea solo en una ocasión, que la vida es corta y el final llega para todos.
Pero si solo pudiera decirte una cosa, sería que no te preocupes por mí, que llegaré antes o después y la vida seguirá siendo la misma, y solo espero que aproveches esos años que te quedan hasta mí. Vive como si no hubiera mañana, pero sabiendo que existe un mañana.
Para mi muy querido Luis Juan Salamanca. Con cariño, Luis Juan Salamanca.