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El amor en tiempos del COVID-19 (cuento)


 

El amor en tiempos del COVID-19 (cuento)

Dr. Silber
Profesor Emérito de Pediatría, George Washington University, División de Medicina del Adolescente y el Adulto Joven, Children’s National Hospital, Washington DC.

 

 

Dorita es mi paciente, viene a la consulta por cefalea. Es mi última paciente del día y me doy cuenta que está afligida y me quiere contar su historia.

Voy a transcribir su relato tal cual sucedieron las cosas.

(La escena 1 comienza en Zoom).

Dorita y Tomas son una parejita adolescente.

D: ¿Qué estás haciendo ahora? Yo ya acabé mi tarea en línea.

T: Practicando con mi guitarra.

D: ¿Cómo están todos?

T: Papá está sin trabajo y está viendo una telenovela con mis hermanas. Mamá está afuera arreglando su motocicleta. ¿Qué tal Uds.?

D: Papi y Mami tuvieron que hacer otro turno en el Hospital, así que estoy aquí sola.

T: ¡Dorita, entonces puedo visitarte ahora y tocar la guitarra para ti!

L: ¡Me encantará!

(Terminan)

T: Hola Papá voy a visitar a Dorita.

Padre: Está bien, Tomas, pero colócate tu mascara y mantén tu distancia.

T: Adiós Mamá.

Madre: ¿Qué te parece el brillo que le di? ¿Qué pasa con la guitarra? Saluda a los Rodríguez-Martínez. Ven aquí, tengo que ajustarte el pañuelo. También…

T: (Interrumpiendo) Está bien mamá. Me tengo que ir.

(Escena 2: llegando a la casa de Dorita, Tomas saluda con entusiasmo).

T: Oh Señorita Dorita María Rosa Teresa Rodríguez Martínez, con esa mascarilla de lentejuelas doradas, te ves más hermosa que una princesa, tus ojos pardos se destacan como estrellas en el cielo y …

D: ¡Halagador! Bueno, al menos la mascarilla oculta los granos en mi nariz… y usted Sr. Tomas Garaycochea, con su bandana verde parece un “bandolero”, un bandido… aunque guapo.

Adelante, puedes tocar la guitarra y luego te invitaré a ver la casa…

(Escena 3: Dentro de la casa)

El recorrido por la casa sigue a la “serenata”, comenzando por la sala de estar, mostrando una impresionante colección de libros.

T: Veo una colección asombrosa de ciencia ficción.

D: A mi padre le encantan esas cosas. Traté de ver lo que él encuentra tan fascinante, así que comencé a leer “Los invasores invisibles”. Lo encontré poco realista e increíble, así que dejé de leerlo. Además, sé que acabaría mal.

T: ¿Cómo lo supiste?

D: Autor ruso.

T: Cuénteme la historia, así no necesite leerla.

D: Llega a la tierra un ejército invisible. Aterrizan en cuevas remotas y desde allí inician la invasión mundial. El líder del mundo libre en ese momento es un millonario americano grosero y torpe, que ignora a sus asesores y proclama que la invasión es un engaño. Entonces la gente empieza a morir. Luego culpa a la administración anterior y a los chinos. Fue entonces cuando dejé de leer. Es por eso que no me gusta la ciencia ficción… ¡Como si algo así pudiera suceder alguna vez! Yo lo habría escrito completamente diferente, como una leyenda, algo al estilo de mi autor favorito.

T: ¿Quién es ese? El mío es el que escribió “Star Wars”.

D: Jorge Luis Borges.

T: Nunca escuché de él. ¿Cómo habría escrito la leyenda?

D: “… Venían de Tlon, donde habían sido visibles luciendo sus coronas especuladas. Poco a poco se volvieron invisibles. Cuando llegaron a la Tierra comenzaron sus tareas de durmientes… “

T: Suena aterrador, ¿qué es eso?

D: “Los durmientes sueñan el mundo. Los invisibles soñaron dinosaurios, los primeros homínidos, el fuego, tigres y laberintos. Luego soñaron con ciudades y guerras, con Auschwitz e Hiroshima. Soñaban riquezas increíbles y la pobreza más extrema. Soñaron el derretimiento de los glaciares, incendios por doquier, tsunamis, islas que desaparecían… y cuando despertaron ya era tarde”.

T: Tienes mucho talento. Algún día serás una escritora famosa. A mi también me gusta escribir.

D: Qué bien. ¿Qué escribes?

T: Versitos, aquí va uno:

Había una princesita en Valladolid

Que mucho temía al Covid

A visitarla vino un príncipe con gran prisa,

cuyo único atuendo fue su máscara verde.

Le declaró su amor con una sonrisa

diciéndole: Princesa mi corazón arde,

necesitamos aparearnos mi dulce princesa

antes de que sea demasiado tarde!

D: Tomas, eres un cerdo… pero un cerdo simpático. Ahora te voy a mostrar mi dormitorio.

(Escena 4. En el dormitorio de Dorita)

T. ¡Todo es de color rosado!

D. Me encanta el color rosa, ¿por qué te sorprende?

T. Mi madre prohibió ese color en las habitaciones de mis hermanas.

D. ¿Por qué?

T: No lo sé, puede que tenga algo que ver con que ella sea policía. Tampoco permitió el ballet que a ti tanto te gusta… pero mis hermanas están en camino al cinturón negro. ¿Qué pasa con todos esos unicornios sobre tu cama?

D: Uh… son de mi hermana.

T: Dorita, tu hermana tiene 27 años y vive en Barcelona. Pongamos todos los unicornios sobre las mesas de luz, así tenemos toda la cama para nosotros.

(Los unicornios son transportados)

D: (con voz seductora) y ahora qué Tomas?

T: Bueno, ahora tenemos que cumplir la primera ley de la epidemiología: tenemos que quitarnos toda la ropa, ya que puede estar contaminada. Luego nos acostamos en tu cama…

D: (en voz baja) Tomas, ¿llevas protección?

T: Por supuesto, me quedo con mi máscara puesta. Dorita, ¿por qué estás tan tensa de repente?

D: Nos están mirando.

T: (alarmado) ¿Quién?

D: Los unicornios.

(Después de colocar los unicornios debajo de la cama, hicieron el amor).

T: Eso fue maravilloso, un sueño hecho realidad.

D: “Te quiero”.

(Algo más tarde)

T: ¿Por qué lloras?

D: Tú sabes por qué.

T: No, no lo sé.

R: Me has engañado Tomas… Recién te escuché toser.

Hice los estudios correspondientes, la prueba de embarazo y de Covid 19 fueron negativas e indiqué contracepción y la vacuna.